Dejadez

Publicado en Diario de Noticias de Álava el miércoles 8 de enero de 2020

Si algo tienen los años cuando nacen es esa propensión a dejar algo con que los estrenamos. Luego ya, según pasan los meses, lo vamos retomando pero ahora, quien más quien menos, anda por ahí como alma en pena, tratando de sobrellevar su dejadez y buscando argumentos para aguantar el duelo. Así me lo contaba el otro día un viejo amigo. ¿Qué tal llevas el año nuevo? le pregunté. Mal, muy mal, Estoy dejando de leer pero me está costando un huevo, me contestó, y como vio mi cara de asombro se puso a explicármelo y la verdad, vaya historia. Según parece el hábito de leer, otros lo llamarían vicio, le había costado trabajo, amigos y hasta pareja. Del currelo le habían echado porque claro, cuando no podía más, se cogía un libro y se salía un rato a la puerta de la oficina a leer, y eso en horas de trabajo. Sus amigos le mandaron a freír espárragos porque no entendían esa manía suya, cuando estaban en el bar, de salirse fuera con su libro y luego volver a entrar. No es sociable le decían, es que dentro no se puede leer, contestaba, y acabaron pasando de él. Y lo de su chica parecido. No acababa de entender que, después de hacerlo, se cogiese el libro de la mesilla y se pusiese un rato a leer, vamos, que le parecía una falta de respeto. Hasta de comer se me quitan las ganas, me dijo, porque qué quieres que te diga, no sabes el gustico que da leer un poco después del postre con un buen libro y el café. Siete días llevaba el hombre sin leer. ¿Y qué? le dije, ¿y no tienes nada que te sirva como sustituto? Bueno, sí, estoy empezando a fumar, pero no es lo mismo, aunque eso sí, en el currelo nuevo no me dicen nada, estoy haciendo amigos y hasta el otro día ligué y parece que lo mismo repito, pero como un libro no hay nada, lo echo mucho de menos. Cuando nos separamos me dije: Me da que este vuelve a leer. Es lo que tienen los vicios.

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