Título: Páginas autobiográficas.
Autor: Turgueniev, I.S.
Origen: Rusia, siglo XIX
Edición: Alba Editorial, Barcelona, 2000
ISBN: 84-8428-035-7
Adquisición: Comprado en Gopegui, en un mercadillo solidario en 2018
Terminado de leer en Diciembre de 2019
Mi referencia : A-00140.
Páginas autobiográficas se presenta como una colección de relatos y artículos más o menos autobiográficos, inconexos y no necesariamente secuenciados que, a sugerencia de su editor, Turgeniev incluyó en una edición de sus obras completas.
Y alguno se preguntará: Pero y ¿quién es este Turgueniev de que nos hablas? y yo contestaré que se trata de un escritor ruso del siglo XIX, de los de la corriente occidentalista, de los impulsores de la desesclavización de los siervos de la gleba en Rusia, que vivió en Alemania, y en París, y que allí murió sobre 1883.
Escribió novelas, poesía, crítica literaria y alguna cosa más. Gozó de gran renombre en su momento, pero actualmente no es de los más reconocidos de la literatura rusa.
Las páginas en cuestión son un poco de todo. Las hay que nos permiten sumergirnos en el ambiente literario y cultural de la Rusia del XIX, como “Recuerdos de Belinski”. Las hay que son auténticos relatos con un punto fantástico, como “El hombre de las lentes grises” . En otras encontarmos cercanía al gran género del reportaje periodístico tal como se escribía cuando había tiempo para leer, como en “La ejecución de Troppmann”, y hay incluso escapadas a la crónica de viajes (“Un viaje a Albano y Frascati”) y hasta relatos autobiográficos en los que el protagonismo se cede a un fiel perro de caza, “Pegaso”.
El estilo es muy del siglo XIX. A mi en ocasiones me aburre tanto celo en las descripciones, ya sea de personajes, de sus rostros, de sus ropas, sus ademanes, o de objetos, estancias o lugares. Pero cuando se pone narrativo el pulso cobra vida y te traslada a esos mundos tan cercanos pero a la vez tan inaccesibles desde esta tecnomodernidad en que vivimos.
Termina el libro con un apéndice que recoge un interesante estudio comparativo de Hamlet y El Quijote, más interesante aún si se considera que está escrito por un ruso que apenas pisó ni Inglaterra ni España.
En definitiva, no es un libro imprescindible, pero si interesante. Yo he de reconocer que lo compré por dos o tres razones: porque el dinero de la compra iba para un buen fin solidario, porque tenía pinta de tener, como en efecto tiene, buenos ejemplos de ese modo de escribir con que se llenaban las páginas de periódicos y revistas del XIX y porque, para que engañarnos, la portada me cautivó.
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