La irresponsabilidad de los responsables es inaudita. Y eso por no hablar de su nula capacidad de previsión. Entiendase prever como ver antes de que algo ocurra lo que va a ocurrir, y actuar en consecuencia. Aquí vamos de una en otra y seguimos sin aprender, y lo mejor del asunto es que nuestros responsables muestran su sorpresa por la irresponabilidad ajena. Ayer ganó el Baskonia una liga de baloncesto. Esto no ocurre a menudo, pero sí a veces. Siempre que ha ocurrido la gente se ha echado a la calle a celebrar, y eso, en este país, es sinónimo de saltar sin mesura y beber sin sed. Antes de que cierto virus nos visitara esto se hacía a lo grande y en la virgen blanca. Pero ahora todo iba a ser distinto, ¿o no? Pues efectivamente, como era fácil de prever para todos menos para los encargados de ello, nada fue distinto y todo fue, si no igual, al menos parecido. A nadie de los que debían haberlo planeado se le ocurrió que podría ocurrir lo que en efecto pasó. Y los irresponsables son otros, no los que dicen que no habrá fiestas pero las habrá, los que hablan de tirar un cohete en un lugar secreto, o sacar txarangas los días alternos y por itinerarios al azar. Ellos no, ellos lo tienen todo muy bien pensado, sobre todo lo que decir cuando las cosas no salgan como ellos esperan sino como dicta la lógica intuitiva. Entonces ellos dirán que somos unos irresponsables y que están sorprendidos.
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