Todo el mundo alarmado con el apagón telúrico y planetario y aquí en mi portal todos dando vueltas como pollos sin cabeza por seguros, electricistas, fontaneros, peritos, y a este paso hasta sin descartar abogados, a cuenta del encendidón nocturno y alevoso que nos ha alterado el status quo electro-electrónico de la casa. Me explico. La otra noche el neutro de la acometida decició darse a la fuga y como se ve que en esto de la luz los extremos no es ya que se toquen, sino que se suman, una ráfaga de 380 voltios barrió la casa y dejó a su paso un reguero de calderas inactivas, hornos congelados, radiodespertadores dormidos, modems incomunicados, televisiones mudas, bombillas explosivas y por dejar, hasta dejó sin centralita mi batería, la electrónica de tocar, no la del movil.
Como quiera que las desgracias nunca vienen solas, a la agitación nocturna de apagados y encendidos, siguió la deshazón diurna de la comprobación de los daños sufridos. Y como ya puestas a venir, las desgracias no vienen de dos en dos sino que son más de tríos, llegó a continuación el peregrinar por agencias de seguros y recibir, uno tras uno, a los técnicos varios cada uno con su desgracia añadida. Que si la pieza hay que pedirla; que si la pieza ya la he pedido pero no existe porque el horno está obsoleto; que si con estos años ni me llevo el radiodespertador que me despertaba como el mejor de los gallos a pesar de los años… que si, que si, que si…
Y la verdad es que no acabo de entender por qué se complican tanto las cosas que deberían ser más sencillas. Bueno, en realidad si lo entiendo, pero no me gusta. Aquí no hablamos de un rayo ni de un fenomeno planetario e irreversible. Aquí hablamos de un fallo en las instalaciones del suministrador de energía. Menos anuncios bonitos y más dar la cara. Lo lógico hubiese sido que la misma mañana siguiente a la avería un perito de Iberdrola hubiese pasado casa por casa evaluando los daños y dando soluciones. Pero no, cada cual a su seguro, y con una especie de agravante. Si lo comparamos con un accidente automovilístico en el que no somos parte culpable, nuestra compañía se parte para que, ni siniestro total, ni excusas similares, nos dejen sin nuestro viejo pero útil utilitario. Pues algo parecido debiera ser aquí. Me da igual los años que tenga mi radio despertador o mi horno, a mi me hacían función y no tengo porque perderla por una avería ajena a mis responsabilidades.
Y eso por no hablar de cómo cambian las tragedias cuando las vives a solas. El día del gran apagón se instalarán carpas, se habilitarán partidas y vendrán gabinetes piscilógicos expertos en catástrofes para consolarnos y ayudarnos a mejos llevar nuestras desgracias. Pero aquí no, no me veo yo declarando zona catastrófica a la comunidad de vecinos donde vivo, aunque seamos al menos un portal catastrofizado.
En fin, me desahogo mientras espero valoraciones y soluciones y voy, al tiempo, componiendo mi elegía a ese despertador con el que compartí tantos amaneceres.
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