Y no solo la de los candidatos, que se ven estos días obligados a trabajar por encima de sus posibilidades y dormir por debajo de sus necesidades, sino de la ciudadanía en general.
Sobre lo primero dirá más de uno sin ocultar cierta sonrisa maliciosa, que para que un candidato trabaje por encima de sus posibilidades no hace falta mucho. Pero aún así hay que reconocerles el mérito. Mantener la cara de poker en debates y entrevistas; enardecer a las multitudes cada vez menos multitudinarias, sonreir a diestro y siniestro y hasta repartir flores, besos y carantoñas por doquier es seguro que no es plato de gusto para más de uno.
¿Pero y la población en general? ¿los menores de edad, los niños? ¿los jubiletas? ¿Quién se preocupa por ellos? Ala, les das una piruleta y a correr. O al otro le das un vasico de vino y un poco de chorizo y tan contentos. ¿y los dentistas? ¿los médicos que llevan todo el año vigilando día tras día el colesterol y las transaminasas? Y del sintrón ya ni hablamos. Como suele decir un buen amigo, estos son días sin tron ni son.
Pero es que además ya no se trata sólo de esa alegría al obsequiar regalos envenenados sin previa información del estado del paciente. Chequeos que por otra parte exigen a gimnasios, saunas, equipos ciclistas y demás actividades de riesgo, ¡como si votar no fuese una actividad de riesgo! No, no, se trata de algo peor, el etiquetado.
Tengo delante mío un paquete de chicles que me he comprado y una piruleta de campaña con la que querían comprarme. El paquete de chicles es grande para que quepan todos los datos que la ley obliga a incluir en el etiquetado. Por eso se que mis chicles tienen edulcorantes. Ni más ni menos que seis edulcorantes distintos, hasta acesulfamo K, que en la vida se me hubiese ocurrido pensar que era dulce. Y se también que tienen lecitina de soja, y tres colorantes, y un antioxidante y hasta una fuente de finilalanina. Y lo que es más importante de todo. Sé que si como muchos chicles puedo acabar sentado durante un buen rato. su consumo excesivo puede tener efectos laxantes.
De la piruleta no se nada más que que es del… qué más da. Seguro que su consumo excesivo también produce efectos laxantes… eso sí, aunque tampoco pone la fecha de caducidad, uno se la supone. En cuanto tu voto pase por la raja de la urna.
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