De cuando en vez la prensa recoge las sesudas conclusiones de a menudo bien pagados estudios que dicen, básicamente, lo que todos sabemos. En este caso se trata de Gasteiz. La joya ambiental de la corona con su anillo verde y sus parques jardines y paseos orgullo de la ciudad (viva Donnay). Pero aYyy. Resulta que pinchamos en una cosa, en el uso del coche y en el consumo de energía. Vaya por dios. Y yo que no me había dado cuenta.
Lo del consumo de energía lo entiendo. Porque aun cuando seas un ciudadano responsable y uses lo mínimo posible tu vehículo, ese que tantos duros te ha costado y cuyo depósito crece aún más rápido que el euribor en lo que a euros se refiere, hace falta mucha energía para contrarestar la energía que enrojece rostros, hincha venas y anima el lanzamiento de improperios varios producida por el torpe avanzar de un vehículo entre obras, desvios, semáforos etc etc. Y es que si hay algo que sea un contrasentido es tener que circular en dirección opuesta a tu destino porque una maquiavélica mente ha decidido que así, mareándote, no coges el coche.
Pero es que yo no quería coger el coche, tuve que hacerlo en defensa propia, se excusa el pobre ciudadano, el que perdió su condición de tal al subirse al coche y se convirtió en un marciano destructor de la capa de ozono y responsable del calentamiento global que hace que llueva en mayo lo que no llovía desde hace doscientos años.
En fin, que no le voy a dar más vueltas, que bastantes me ha tocado dar esta mañana y a muy lento ritmo, pero que, ahora que se habla de parkings, se debería preguntar a un alto porcentaje de los vehículos esos que destrozan nuestros indicadores y de paso el ecosistema global en busca de qué circulan, y muchos dirán… en busca de aparcamiento, pero es que para volver a la zona en la que quería aparcar tengo que dar un rodeo de pocos kilómetros y muchos minutos… es lo que tiene la movilidad…
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