Publicado en Diario de Noticias de ílava el 17 de junio de 2008
Iba yo a titular estas líneas crisis líquida, pero me he dado cuenta de que esa palabra está mal vista por el gobierno del estado, y por aquello de compartir partido digo yo que por el gobierno municipal también. Así que como no quiero líos con el ayuntamiento hablaremos de aceleración y desaceleración líquida.
El líquido elemento, eso que un buen amigo dice que es algo que sirve para limpiar y que algunos degenerados se lo beben, se nos ha acelerado en ríos y riachuelos y los cauces se han convertido en fauces y se han llevado todo por delante. Pero eso sí, con gran criterio social han hecho lo mismo en El Batan que en Errekaleor, en el chalé que en el piso bajo, en el hotel restaurante que en el txokito de la señorita pepis, y ya de paso las aguas turbias han enturbiado todo el territorio Zadorra adelante pasando a saltos por Yurre y Crispijana.
Este acelerarse del otoño cuando tocaba verano ha hecho que tenderos y comerciantes tengan que acelerar sus rebajas para dar salida a sandalias, shorts y camisetas sin mangas sopena de que haciendas y bancos varios aceleren a su vez los procedimientos ejecutivos de recaudación en líquido contante y sonante.
Otro líquido elemento. El que nos permite acelerar nuestros vehículos también ha acelerado su precio de forma tan constante e insostenible que al final ha producido una aceleración de adrenalina en los transportistas que ha dejado que hasta las ranas aceleren tranquilamente por nuestras estupendas carreteras casi vacías.
Un líquido más, el que nos permite llegar a fin de mes, también ha acelerado su fuga desde nuestros bolsillos. A todo lo anterior se suma eso que cuando era pequeño se llamaban intermediarios y ahora se llaman generadores de valor añadido en la cadena de distribución. Los que se quedan con la pasta, vamos. La banca por su parte, sigue acelerando su recaudación de beneficios, y ahora que perdemos todos han ganado un diez por ciento más que el año pasado. Claro, a algún sitio tiene que ir nuestra perdida liquidez, y para vasos, jarras y aljibes se ve que bancos y generadores de valor añadido se prestan voluntarios.
Así, que visto lo visto, y en términos líquidos, ya no es que no se pueda hablar de crisis, como bien apuntan nuestros gobernantes, es que ni siquiera puede hablarse de desaceleración. Aquí acelera todo menos los sueldos, que deben ser sólidos, y los sueños, que por su propia naturaleza etérea deben ser gases. Lo del tranvía sinceramente, no sé en que categoría colocarlo”¦
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