Mi vecina de papel, Sole Calzada, me dedica hoy en su columna semanal del Diario de Noticias de ílava unas líneas que yo mismo y el bar donde paso muchas horas, y las fotos que con tanto mimo he colgado de sus paredes agradecemos.
Da un poco de apuro reconocerse capaz de sobornar a alguien a golpe de marianito, pero que le vamos a hacer, peor sería el cohecho montante y sonante a golpe de alguno de esos billetes desaparecidos de quinientos. Aunque igual la interesada lo hubiese agradecido más. (Me da la impresión por lo que la conozco que disfruta más con los marianitos que con los papeles impresos por la fábrica de moneda y timbre).
Pero a lo que íbamos, que eso le da pie para hablar de la movilidad dificilmente sostenible. La que hace que así como gran parte de nuestra economía se basa en el comercio, gran parte de nuestra cultura se basa en el bebercio. Para que nos vamos a engañar. Vivimos como bebemos, sin excesos, pero sin descanso. Y en esto resulta que la provincia se va despoblando porque la gente tiene que beber a pie.
No nos dejan conducir por carreteras, lo que en principio y con ciertos matices está bien, pero tampoco nos enseñan alternativas, vías húmedas igual que las hay verdes. Y el caso es que luego resulta que la otra alternativa, la prudente, la sostenible, la segura y hasta la ambiental, en gran parte deja de funcionar los fines de semana. El trasporte público que comunica la capital con su gran parque multitemáticoambiental, o sea el territorio, se va también de fin de semana. Y los pueblos aislados nos quedamos, y la pobre capital, también.
En fin, que pido por favor alguien le haga llegar estas líneas al ínclito señor Rueda (que apellido más adecuado para el cometido que se le asigna de aparcar coches), que según he oido hoy será el redactor del plan de movilidad por el territorio.
Que sepa y tenga en cuenta que los de los pueblos no solo trabajamos, tambien vamos al cine y nos gusta salir de cena los fines de semana, que piense que también los de la ciudad aprovecharían estos días de fin de semana para visitar a su familia o amigos, o hasta para hacer nuevos amigos al calor de unos marianitos, unas copas o lo que se tercie sin jugar sus puntos del carne ni los de sutura de los demás.
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