Ayer se celebró, como todos los años, el día de “la hispanidad”. Pero eso no es lo curioso en sí. Lo curioso es que el acto central, este año y los anteriores, sea nada más y nada menos que una parada militar.
Una parada militar en la que el ejército español acompañado de representantes de otros ejércitos con los que compartimos “misiones de paz”, saca sus mejores galas, y, por supuesto, sus mejores armas. Ayer vimos además desfilar por primera vez a una nueva unidad cuya creación justificó el ministro de defensa aludiendo a la necesidad de contar con una unidad de intervención inmediata de cara a catástrofes naturales o situaciones de emergencia humanitaria.También eso era curioso, porque lo que llevaban al hombro estos soldados no eran cajas de tiritas, palas, o latas de fabada, eran fusiles de asalto, curioso.
Curioso es también que todas estas celebraciones coincidan con el día de la patrona de la guardia civil, que no deja de ser curioso que sea un cuerpo mililtar, y que, rizando el rizo de las cosas curiosas, siendo un cuerpo armado de un estado laico y aconfesional, tenga una patrona sobrenatural, y más concretamente una virgen católica apostólica y romana.
Así que pasamos el día de la hispanidad ajenos a las coincidencias o diferencias culturales  de los pueblos y naciones que emplean el castellano, a la expansión del idioma castellano, a la inmigración que vacía numerosos estados centro y sudamericanos, y ajenos así a un largo etcetera de cuestiones que posiblemente preocupen más al ciudadano que la exhibición de capacidad militar del estado español.
Aunque bien pensado, lo cierto es que a mi este tipo de exhibiciones si que me preocupa, no sé si es curioso o no, pero me preocupa ver como me enseñan sus armas esos hombres llamados, por mandato constitucional, a defender la unidad del estado que les paga.
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