Surge de nuevo una vez tras otra el debate sobre los modelos linguísticos. Es gracioso pero a veces coincide con otro que es también un eterno local, el de los perfiles. ¡Y nadie parece darse cuenta de la gran relación que existe entre ambos!
El debate de los modelos parte de un falso supuesto. El que atribuye como derecho de los padres, el que califica como ejercicio de la libertad de los padres, la decisión de éstos de generar analfabetos en una de las dos lenguas cooficiales de la comunidad en la que viven. No es libertad alguna negar a tu hijo la capacidad de elegir entre lo que conoce. Es deber y no derecho educar dando oportunidades y criterios para elegir, para tomar las propias decisiones. Las herencias no debieran ir más allá de los pisos, las fabricas, las hipotecas, las deudas, y alguna que otra enfermedad. Las propias miserias e ignorancias, los prejuicios y las cerrazones propias debieran quedarse con cada generación, y la siguiente que elija su vida, su idioma y sus credos. No me vale decir que los niños no sabrán castellano. Es mentira. Me vale saber que todos debieran aprender euskera, y que luego hablen lo que quieran. Y me consta que en ese sentido, mis hijos, que han estudiado en modelo D, hablan y escriben en castellano tan bien o mejor que los de mis amigos y conocidos que estudian en modelos A o B. Tanto como me consta que estos últimos no hablan ni escriben en euskera igual que mis hijos. El que me demuestre que no es cierto lo que digo hará que cambíe de opinión. Pero me temo que no sea posible.
Pero como decía al inicio luego viene el tema de lso perfiles lingí¼ísticos que exige la administración. Y entonces, los mismos que reclaman la libertad de ser analfabetos en euskera protestan porque sus niños tienen vetado el acceso a una administración que, por propio mandato estatutario y hasta constitucional debe ser bilingí¼e (obsérvese que no me meto en jardines soberanistas ni independentistas ni nada por el estilo).
Es como lo del niño al que escuché lanzar enardecidos vivas a españa, y furibundos inisultos contra la ikurriña mientras veía un espectáculo de danzas. Cabe preguntarse que tipo de educación recibe ese niño. ¿constitucionalista? ¿española? Pero en ese caso ¿no debería haberle enseñado alguien a esa criatura que esa ikurriña es tan española como la bicolor?; ¿que esas danzas son tan españolas como las sevillanas?; ¿que esa lengua es tan española como el laista castellano de Valladolid? Y es que eso nos lleva siempre a un punto de dificil solución. Si muchos españoles no son capaces de asumir la españa que dicen defender en la que todos cabemos con nuestras diferencias y peculiaridades, ¿cómo pretenden al mismo tiempo que la asumamos como propia y nos sintamos a gusto en ella sin tener que renunciar a lo que es nuestro? ¿Cómo aspiran a que amemos y respetemos a un ente que ya no es que no nos ame o no nos respete, es que tan siquiera nos concede la razón de existir como somos?
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