Hay voces por ahí que postulan la inutilidad de la denominada jornada de reflexión convertida más bien enjornada de descanso obligatorio. Lo cierto es, que más que por su desaparición en todo caso habría que abogar por su adecuación a la realidad. La jornada de reflexión existe de facto y es, o debe ser, la siguente a la jornada electoral.
Habrá tiempo de analizar la cuestión en más detalle, pero son varias las primeras reflexiones que me vienen a la cabeza. Y la primera de ellas tiene que ver con la adecuación de los procedimientos a las realidades. Esta nueva situación que hoy vivimos tiene dos y hasta tres factores de distorsión de caracter más o menos particular.
Empezando por lo más general, y sin hablar de la ley d’hont, o de las listas abiertas o cerradas, lo cierto es que vivimos un sistema presidencialista en la forma en la que lo plantean los partidos y los medios y parlamentarista en el reglamento electoral. En casos como este la distorsión es evidente. Si se hubiese votado de forma separada al lehendakari y al parlamento no estaríamos hablando de lo que estamos hablando, que una vez más es de todo menos de la voluntad popular. Ibarretxe sería lehendakari sin discusión. Eso es lo primero que debería leer el López que aspiraba a un empate técnico.
Siguiendo el camino hacia lo particular, el otro elemento que distorsiona el resultado es el reparto proporcional de escaños entre territorios, con lo que ello implica de mayor peso alavés en el parlamento y consiguientemente, vista la estructura del voto alavés mayor presencia de constitucionalistas españoles.
Llegando a lo más particular, un factor local es el de la ilegalización de las candidaturas del ala radical de la zona abertzale, que vuelve una vez ás a dibujar un mapa falso de mayorías parlamentarias.
Todo esto deberían de tener en cuenta algunos a la hora de plantear algunas cuestiones políticas en clave únicamente de número de parlamentarios y de espaldas al colectivo de ciudadanos al que representan. Pero ya sabemos que si nuestros políticos van alcanzando la “fama” que van alcanzando es, entre otras cosas, por actuar de espaldas a los que les eligen.Â
Tenemos un rincón de charla con cafetito delante, en la prospe, hablamos de todo y de todos, sin arreglar nada pero discutiéndolo de todo. (La prospe es un lugar de resistencia en el Madrid desesperanzador donde ser ciudadano significa algo)Y hemos hablado del conflicto vasco, qué ocurre con el ciudadano vasco, el cívico , el que tiene derechos, y todo eso. Empecé a hablar de forma inconexa sin sentido mezclando sentimientos, razonamientos, posibles verdades, y demás…Me han mirado no sé si apenados, o sorprendidos, he tomado algo más de café, y he dicho pues no lo sé…
Y todos han cambiado de tema, aunque yo intentaba encontrar las palabras, pero creo que al final nos convertimos en conflicto, y defendemos lo indefendible, porque amar se ama esta tierra de nuestros terrores.