Ayer, en el Salón Henrike Kní¶rr, cuyo uso comparten Euskaltzaindia, Eusko Ikaskuntza y la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, el Doctor en Historia Contemporánea Pablo García Colmenares pronunció una conferencia con el título “La memoria histórica. ¿Oportunismo político o necesidad social?”. La organizaba la Comisión de ílava de la Bascongada y la presentación corrió a cargo del catedrático en Historia Medieval Cesar González Mínguez.
Cuando digo que la organizó la comisión lo digo en el doble sentido de la palabra. El agua no llegó al río, pero realmente el coloquio final fue tan interesante como adecuado al tema. Y es que se ve que esto de la memoria sigue levantando ampollas. Cuando digo interesante me refiero a que es curioso que una conferencia que constituye una larga exposición de motivos humanitarios por los que abordar eso que se ha dado en llamar recuperación de la memoria histórica, y además de ello integrar el asunto en clave de superación democrática de un conflicto pasado termina con un rifi rafe sobre la parcialidad del ponente, sobre la pertinencia de mantener las listas de fallecidos, sobre la ausencia de referencias a medios informativos que no fuesen el País, etc.
La primera sensación que uno tiene es que alguien no ha entendido nada. La segunda es la constatación de que posiblemente sea todo lo contrario. Lo ha entendido todo perfectamente y no le gusta lo que ha entendido. La cuestión entonces es ¿por qué?
El conferenciante articuló su presentación en la lectura comentada de fragmentos de artículos o estudios de diversos historiadores. Su error de, digamos marketing, fue que en la proyección de los mismos incluía su autor y su procedencia. Loable dedicación de investigador pero simultáneamente error estratégico. Eso dio pie a que alguno se diese cuenta de que casi todas las citas procedían de “El País”. Y volvemos a las preguntas. En lugar de preguntarse por qué otros medios no contienen citas semejantes, se preguntaron por las aviesas intenciones del conferenciante para no citarlos. Podía haber citado el conferenciante alguna de las frases que pronunció Ramón Rabanera, diputado General de ílava por el Partido Popular en el acto de homenaje a Teodoro Olarte, antecesor suyo que fue, como dicen al otro lado del charco, “ultimado” allá por 1936. Alguna frase como “Con este acto queremos corregir una injusticia y volver a colocar donde corresponde a un hombre que murió, que fue asesinado, por defender sus ideales y la legalidad constitucional”. Alguno igual se hubiese sentido mejor o hubiese entendido que no hay que ser más papista que el papa.
Pero a lo que vamos, yo no sé si lo que levantó más ampollas fueron las referencias a El País, las referencias al curioso papel jugado en todo esto por instituciones como la iglesia o el partido Popular, la reflexión sobre la parte inacabada de la transición o simplemente el remate final con gran profusión de banderas republicanas.
El caso es que también es cierto que a mi este tipo de actos me suelen servir para elaborar mis propias reflexiones sobre el asunto al hilo de lo que oigo. A menudo son poco más que esbozos deshilachados de pensamiento, pero allá van:
A veces uno tiene la impresión de que hay gente que no entiende de lo que se habla cuando se habla del tema de las fosas. No se trata de multitudinarios enterramientos de combatientes de uno u otro lado. De eso tienen todas las guerras, que no pasan de ser una forma civilizada de matarse. Hablamos más bien de fosas ocultas, cuasi clandestinas en las que fueron enterrados mayormente civiles asesinados al margen de cualquier esbozo de sistema judicial o legal y cuyo único delito formal fue tener, manifestar, defender y actuar en base a ciertos credos políticos. Lo curioso del asunto es que esos credos políticos eran coincidentes con el marco legal y constitucinoal y hasta democrático que los que les mataron vinieron a subvertir por la vía de las armas. Lo curioso también es que en muchas ocasiones los motivos de los asesinatos acostumbraban a tener más que ver con la mezquindad humana, tierras, mujeres y envidias en general que con otras cosas.
Aclarado esto, la otra reflexión que me viene a la cabeza es que lo que genera enfrentamiento no es en sí la memoria histórica, sino el empecinamiento de algunos en considerarse herederos solidarios de aquellas memorias. Suele decirse que la historia es para aprender de ella. Y hasta que de aquellos polvos vienen estos lodos. Pero todos debemos aprender a distinguir entre lo que es la familia, y hasta las obligaciones del amor y respeto paterno-materno/filial, y lo que es cuestionar o justificar lo que nuestros ancestros hicieron sin más razón ni criterio que el familiar. Quiero decir, para que se me entienda, que el hecho de que uno de mis abuelos fuese militar y de que además lo fuese golpista no me obliga a ser lector de El Mundo oyente de Jimenez Los Santos y votante del PP. Como tampoco me obliga a ser del PSOE el hecho de que la familia del otro de mis abuelos fuese declaradamente socialista. Yo tengo mis ideas y respeto a mis abuelos como lo que fueron, mis abuelos.
Por último, lo cierto es que queda mucho trabajo por hacer. Porque el daño no sólo se hizo enterrando muertos en las cunetas. El daño también se hizo enterrando a gente en vida, sin trabajo, sin relaciones sociales, sin dinero, obligados a exilios interiores, condenados a la ignominia y, permitáseme el punto de humor, obligados a vivir todo ello como las hemorroides, en silencio.
Aunque sea por esto bien merecen ellos y nosotros que el silencio se acabe.
A veces cuando señalas con el dedo un tema, mucha gente prefiere debatir sobre la hermenéutica del susodicho dedo, porque lo demás no interesa…Y así desvalorizas el mensaje, y cosificas al hablante,…El otro no merece ningún respeto, y su discurso es manipulante…¿Esto me suena?
Creo que como conferenciante y presente en la sala de los actos no puedo menos que estar de acuerdo con tu interpretación y quizás lamentar contigo que algunos comentarios “se saliesen de sitio”. Quizás no me los esperaba y nos los pude reconvertir en un tema de debate, o como tu dices era imposible, ya que si no hubiese sido ese aspecto marginal hubiera sido otro. Efectivamente a veces leo los comentarios despectivos de los Jiménez Losantos, César Vidal o Pío Moa, con la labor de investigación y humanitaria de las asociaciones y la verdad es que no se saca nada de provecho, pues sólo son descalificaciones… No obstante hay que seguir convenciendo a la gente con el trabajo y las actuaciones que no suponen “resquebrajar nuestra convivnecia” como dicen algunos.
Un saludo.
La memoria histórica se convierte en desmemoria histórica, por lo que conviene olvidar, sobre todo las mentiras que se vertieron en la dictadura sobre la República Española. Y de hecho ante la evidencia de un gobierno socialista , muchos quisieron no sólo rememorar, sino repetir la triste historia de un golpe militar. Muchos consideran que volver a recordar la guerra civil es ahondar en la herida todavía sin cicatrizar de las dos españas, pero , pienso, que todavía los vencedores de aquella contienda, no sólo obstentan poder y privilegios de aquella etapa, que no desean perder sino que además tristemente lo declaran públicamente. Y sentirse perdedor, y humillado por políticos y jueces, sin poder encontrar y enterrar a tus familiares asesinados por el franquismo, no es la manera más acertada de curar heridas.Nadie recuerda los 15 años que tuvieron que pasar para que la economía pudiera recuperarse, el exilio, el hambre, y la sinrazón.Y ahora que ha sido el día de la mujer trabajadora, el lugar que tuvieron que asumir las mujeres, el basurero de cada casa, el analfabetismo….. controladas por la iglesia, avispero de hombres reprimidos, obsesionados con inmiscuirse en todos los asuntos, y monjas destinadas a servir a los curas¿Dónde está la democracia en la iglesia? ¿Estamos soportando un régimen totalitario dentro de las iglesias, las escuelas concertadas con la promesa de la salvación eterna? ¿Y las mujeres salvadas del pecado que tendremos que hacer en el más allá,,,,,,? Ciertas personas desean que mantengamos el pensamiento suspendido no se sabe bien donde…..y sobre todo que nos olvidemos.Claro, debemos olvidar todo el dolor por la privación de las personas humildes y la desesperación de todos aquellos que soñaron con un mundo más equitativo, y celebrar que todos los logros colectivos, como una sanidad y educación públicas sean una vez más vendidos al mejor postor, devorados por el ansia destructor de una privatización antropófaga, y al final, tener que volver a empezar, porque tenemos más de lo mismo…..¿Quién compra…?