Publicado en Diario de Noticias de ílava el 17 de marzo de 2009
Contaba el inolvidable columnista y taurófilo Joaquín Vidal la historia de cierto torero que tras sufrir una cogida en la que perdió un ojo se levantó y mientras se retiraba de un golpe los restos de nervio óptico que le colgaban por la cara exclamó “fuera desperdicios” y siguió toreando. Evidentemente el torero fue conocido a partir de ese momento como “el desperdicios”.
Aquí en Vitoria – Gasteiz, visto lo visto, hay más de uno al que podríamos también llamar “el desperdicios”. Veamos unos cuantos casos.
Embaldosamos nuestras calles con piedra más cara que el gres de la cocina de nuestra casa y cuando hemos terminado nos damos cuenta de que faltaba una tubería o sobraba un cable, que lo mismo da. Pues nada, cogemos un potente martillo neumático, picamos las lujosas losetas las amontonamos y”¦ ¡fuera desperdicios! La Cuchillería renovada.
Cogemos un palacete lo reconvertimos en biblioteca, lo rodeamos de un bonito jardín, tan cerca del centro y de la universidad que es casi imposible dejar de visitarlo y cuando hemos conseguido crear el hábito nos llevamos al monje ni más ni menos que a Betoño. Y el palacio a ser tan útil como las piedras del jardín. ¡fuera desperdicios! Y el que quiera leer la herencia de Sancho el Sabio que se coja el bocadillo y se vaya de excursión hasta Betoño. ¡Esto no hay quien se lo Krea!
Nos ponemos a colgar en la pared la nueva foto aérea de Vitoria – Gasteiz y nos damos cuenta de que existen los barrios esos que no veíamos y de lo viejecitas que se han quedado las casas aquellas que fueron de obreros en su día y de lo que afean ciudad tan bella como la nuestra. Pues nada. En pleno delirio de originalidad le llamamos plan renove, nos liamos a tirar casas y”¦ ¡fuera desperdicios!
Arreglamos la antigua azucarera, ponemos naves y naves de mercedes, una gasolinera y hasta un mercado mayorista y de repente caemos en los bartolos y su parque temático. Pues nada. Juntamos bartolos y rumanos como quien junta churrras y merinas, los metemos en Aguirrelanda y”¦ ¡fuera desperdicios!
En un alarde de genialidad adjudicamos la limpieza a una empresa de limpieza y como es complicado saber si está limpia o no la ciudad, adjudicamos el control de lo limpia que es la limpieza a otra empresa y”¦ ¡fuera desperdicios!
Vamos que pasan los días, le llega a uno el de escribir la columna semanal y sin mucho más que rascar va uno coge los retales de lo visto y oído lo bate convenientemente y sin mucho agitarlo lo pone en el papel y”¦ ¡fuera desperdicios!
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