A menudo parecemos olvidar que lo de los principios, además de un contenido ético o moral, físico, científico y hasta químico tienen también un componente temporal, cronológico y hasta causal.
En tiempos como estos, en los que los discursos políticos los redactan expertos en marketing amparados en encuestas y en círculos próximos, se hace necesario de vez en cuando volver un poco a la simplicidad de las cosas, a sus orígenes y sus causas. Se consigue un efecto parecido al del cristal inactínico cuando miramos al sol. No te quedas ciego.
Andamos estos días de negociaciones para ver como se consuma el desalojo de los frentistas vascos excluyentes por los no frentistas vasco españoles o españoles a secas incluyentes (en lo suyo, pero incluyentes). Oimos apelaciones a la legitimidad de ciertos pactos que nos insisten en que ni son frentistas ni excluyentes. Todo el que esté en el mismo bando y piense lo mismo puede unirse a ellos, claro que sí. Pactos que se fundamentan en que otros han pactado, legitimidades que se sustentan en la teoría de la alternancia, en la necesidad del cambio y en la no imprescindibilidad de nadie.
De la legitimidad o legalidad ya hemos hablado en otras ocasiones, pero volvamos a los principios.
Si el “no frente” que ahora aspira a gobernar no hubiese tenido en su actual concepto de las cosas, al frente que ahora se pretende destronar, para empezar ahora mismo no habría pelea alguna por el poder vasco. Simplemente no habría poder vasco. Las instituciones vascas nacen porque así lo exigía la mayoría de este país, y porque así se solventó la papeleta en esa cada vez más lejana transición. Es más. Si no hubiesen existido esos frentes, vasco catalanes fundamentalmente, a nadie se le hubiese ocurrido crear un caos administrativo como el que padece el estado para no dejar evidencia de que el problema realmente se llamaba euskadi y catalunya. Vamos, que por no aceptar que españa tenía un problema, dos, o a lo sumo tres, y para demostrar que toda españa es igual, crearon toda una red de autonomías. Hasta madrid, que nunca lo pidió, y quedó convertida en el único territorio español no autonómico fue “invitada” a constituirse en autónoma comunidad.
Así que no deja de ser normal que las instituciones las gobiernen los que lucharon por ellas. Más aún cuando responden a una voluntad mayoritaria de la sociedad en la que viven con independencia de la forma en que esta sociedad tenga una representación más o menos análoga en su parlamento.
En segundo lugar, cierto es que no cabe acusar al PSE de hacer un pacto anti natura por pactar en euskadi con el pp. En realidad casi todos los pactos tienen algo de contra natura. El PSE siempre contestará que Ibarretxe fue lehendakari con votos de HB. La diferencia está precisamente en dejar claro lo que mueve a unos y a otros a semejante práctica, y no es otra cosa que aquello del mínimo común denominador aplicado a la política. Lo que ocurre es que unos lo reconocen abiertamente y otros no. El mínimo común denominador que ha permitido a Ibarretxe ser lehendakari es el que agrupa a los que creemos que este riconcito en el que vivimos es un país, una nación, o una comuna. Pero básicamente nuestro país, nuestra nación o nuestra comuna. El único y visible común denominador que justifica el pacto PSE - PP no es otro que lo contrario, en mayor o menor grado, pero no es más que estar de acuerdo en que país hay uno, españa, nación hay una, la española, y comuna con k es como se llama a los servicios en euskera. Lo demás son adornos y juegos florales. Lo demás es mentir o no decir la verdad. Lo demás es no querer aceptar que se ponen por delante de los intereses de quienes votamos aquí los de quienes votan allí. Se trata únicamente de hacernos más españoles. Por eso están tan contentos y lo celebran tanto… los españoles. Aquí y en España también.Â
El roblema no son los principios, el problema son ¡ Los finales!
No sé, mucha gente me dice que soy negativa y no me creo nada de nada, y voy a decir algo, que a veces pienso, aunque a la ambición la vistas de idealismo, ambición se queda, y la dignidad humana, es sobre todo humana, y lo demás son espejismos. Si todo el mundo se queda con las apariencias, y no vé más allá…¿qué podemos esperar?
Ahora mismo lo más importante es que los que entren se enteren que lo único importante es la gente, y punto.Y su trabajo es respetar a las personas y contribuir a la mejor calidad de vida de todo el mundo.Y lo demás es añadido.