Publicado en Diario de Noticias de ílava el 5 de mayo de 2009
Los baños de humildad son, además de educativos, convenientes y a veces incluso necesarios. Lo son sobre todo en la medida en que son baños de realidad, y eso de poner los pies en la tierra es periódicamente saludable. Viene todo esto a cuenta de la verdadera escala de importancia en materias tales como opinión pública, opinión publicada, opinadores más o menos leídos y escuchados, createndencias más o menos seguidos, analistas más o menos listas o listos, en definitiva, líderes de opinión o los que aparentemente lo son. Y digo aparentemente porque la realidad es otra.
Los verdaderos líderes de opinión son un ejército variopinto de taxistas, chóferes, compañeros de asiento, taskeros, y por supuesto profesionales de sala de espera. Cada uno en su terreno, y sin que generalmente tengas ocasión ni oportunidad de escaparte, te cogen por banda y te sueltan un discurso al que no queda más remedio que asentir, que uno no suele estar para discutir en esos casos, sobre todo si el interfecto tiene un volante en las manos. En otras ocasiones ni tan siquiera tienes ocasión de participar, lo que suele ser peor. Tu papel queda relegado a ser paciente oyente del encendido alegato que el líder de opinión defiende con voz potente ante un auditorio tan cautivo como tú.
El abanico de temas es por demás amplio, vasto, inmenso. Aunque no se sabe muy bien porque extraño motivo acaba casi siempre igual. Que si esto antes no pasaba, que si los políticos son todos iguales, que si la juventud está muy consentida, que si el alcalde sólo piensa en lo suyo, que si los sindicatos están todos vendidos, que si los curas viven como curas, y uno se queda perplejo porque el asunto había empezado con tintes científicos al hilo de la gripe esa que nos quieren vender. Y es que eso es otra constante de los verdaderos líderes de opinión: la desconfianza. Dicho de otra forma, la certeza de que son los únicos que conocen o intuyen la existencia de complicadas y ocultas tramas siniestras que están siempre detrás de todo lo que pasa, ya sea la meteórica carrera del Glorioso o los criterios de selección acústica de un arquitecto.
Así que cuando me dijeron que si no iba a echar una mano desde mi columna en la difusión del 30 aniversario de mi querido insti Los Herrán (losherran30.uuuq.com), pensé si no sería mejor hablar con radio taxi, con la asociación de hosteleros o infiltrar opinadores en los ambulatorios y en INEM, que ahí si que hay gente y además están quietos, o parados, que se yo…
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