Además de una preciosa canción de Bowie, correctísimamente versioneada por el benavente de parálisis permanente, esto de los héroes es un auténtico quebradero de cabeza. Concatenemos referencias.
El nuevo lehendakari se arranca acudiendo a un acto de homenaje a un héroe. Un agente de la guardia civil que murió en acto de servicio cuando unos malnacidos aparcaron un coche bomba junto a su garita. Al hilo del derrumbe el ayuntamiento de Legutiano aprovechó para llevarse por delante un monolito que honraba a los héroes de uno de los bandos (el de los golpistas) que murieron en la batalla de Villareal. Hace unos días un juez indicó que había que quitar a Txiki y Otaegi del lugar que ocupaban en la placa de dirección de una calle o una plaza, no lo recuerdo. Ares dice que condena las pintadas amenazantes que contra dos ediles de Labastida, los señores Gil y Landa, han aparecido en la última noche ante su anunciada moción de censura (si le hubiesen llamado eagle, birdie o algo así nos hubiese quedado más claro a todos, pero dicen que es moción de censura, ellos sabrán…) Un individuo dice que es históricamente digno de agradecer el vuelo con motor que organizó ETA a mayor gloria de un tal Carrero y que, según el proponente del agradecimiento posibilitó que la tan cacareada transición española fuese algo más que un sueño. Hay por ahí monumentos que honran a las víctimas que son en realidad verdugos reconocidos, torturadores confesos y orgullosos, franquistas beligerantes que, por gracia de los avatares se convierten en héroes, mientras que héroes libertarios cuya única sintonía con descerebrados no es otra que una siglas y de los que les separan los años y los sentimientos acaan de nuevo deviniendo en villanos.
En fin, que en esto de las heroicidades acaban ocurriendo muchos fiascos. Que debiéramos ser capaces de distinguir los hombres y sus vidas de sus actos, y condenar los unos sin matar los otros, y dejar de una vez en paz nuestra memoria, completa, sin ruedas de molina ni zapatillas de cemento, sin losas ni placas, sin vergí¼enzas ni lamentos. Lo que convierte a alguien en héroe no son mucho más que las circunstancias. Lo que le hace villano son sus propias miserias. No es lomismo una cosa que la otra…
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Resulta que unos dejan de ser héroes y merecen
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