en cierto modo he de reconocer ue me ha decepcionado la república tan vecina como francesa. Me ha decepcionado porque siempre la he considerado como un modelo de estado laico, tan garante de la libertad religiosa que ha santificado el derecho del estado a ser libre de no practicar ninguna.
Pero el caso es que en cuanto ha surgido la tragedia, y dentro de la tendencia contemporánea mediático-dramático-espectacular, hemos asistido a una cerememonia de reconocimiento a las personas fallecidas en una catástrofe que aún no queda y claro si es marina o aérea que ha roto con tan laica y revolucionaria tradición civil. Un acto ecuménico han dicho, en el que estaban presentes las principales religiones. Allí estaba en efecto un cardenal católico, un Rabino, el presidente del consejo francés de culto musulma, el presidente de la asmablea de obispos ortodoxos y un pastor protestante.
Y lo que yo me digo es que puestos a que todos se sientena representados, faltaba, presentado como tal, el representante de una de las religiones más practicadas de facto en occidente, la no religión. Se que se me puede decir que la presencia del presidente de la republica resultaba suficiente, pero yo diré que su presencia se producía en calidad de espectador, no de agente.
En fin, que me hace gracia este querar bien con todos y olvidarse de los propios. Parace a menudo que los que no practicamos religiones no tenemos sentimientos, y la verdad, visto la forma en que defienden sus sentimientos fundamentalmente las religiones monoteisas que en el mundo son, igual es mejor no tenerlos…
Â
Parece ser que la gente cuando se muere en cantidad, es más admirable que morirse en su casa, en el hospital o en la carretera. Y las religiones despligan todas sus galas de pulsión de muerte, parece ser que en muchos casos la laicidad desaparece cuando no hay futuro, y la muerte de muchos nos espolea en el reconocimiento de que el fin del mundo, es personal e intransferible.