Ya comenté el otro día la impresión que me producía ver como sectores minoritarios y claramente implicados económicamente en el proyecto se empeñan en mantener la llama de la esperanza en un Garoña eterno. Pero llama la atención que además se muestran más entusiastas y hasta beligerantes los que sólo disfrutan de las migajas, mientras los que se llevan las langostas y el caviar callan prudentemente. Estos tienen muchos negocios, aquellos tan sólo una vida. Protestan ahora por ver perdida su fuente de ingresos los trabajadores y alcaldes de la zona. Dicen los alcaldes que de la central proceden gran parte de sus ingresos municipales, y me consta que son cantidades importantes especialemente para municipios como esos. Ahora bien… después de casi cuarenta años recibiendo esos pingues ingresos… resulta que la única actividad productiva en la zona es… la nuclear. A eso le llamo yo rentabilizar algo de por si efímero y hacer política a largo plazo. Es como lo de la cigarra y la hormiga, y a estos pueblos-cigarra les ha llegado el invierno y la despensa sin hacer…
Uno de los alcaldes, socialista confeso él, dice que como cierren la central hasta es capaz de romper el carnet. Y uno descubre que no se ha leido el programa de su propio partido, cosa bastante normal, o si se lo ha ledio y ha comprendido el mensaje, lo que puede ser incluso más preocupante.
Se suele decir que los programas no se los lee nadie. Pero hay algo peor, que cuando te pones a leerlos te das cuenta de que no sirven para nada y son útiles para todo. Vamos, que son como la letra pequeña de lso contratos desiguales, de los de seguros, banca, etc. Veamos el caso. Como son tan listos escrbiendo el programa, donde todos entendemos que van a cerrar Garoña de repente nos encontramos debatiendo qué es vida útil y otras lindezas semánticas. Y descubrimos que, si a eso añadimos las palabras de Zapatero, con el programa en la mano puede hacerse una cosa y la contraria, todo depende seguramente de cualquier cosa menos de lo que interese a Garoña y su entorno. Cosas que tiene la política esa que luego nadie entiende por qué genera un número creciente de abstencionistas y desencantados. A nadie nos gusta ni la cara de listo con la que el agente de seguros nos indica la cláusula en virtud de la cual los daños nos los pagamos nosotros ni por supuesto, la que se nos queda a nosotros.
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