Venía hoy conduciendo hacia Gasteiz cuando he oido en la radio una cuña que vengo oyendo con frecuencia. Recomienda a los ciclistas que circulen en paralelo como mejor manera de obligar a los automovilistas a reducir su velocidad.
Siempre que la oigo digo… a esta recomendación le falta algo. Le falta educación. Porque la recomendación que falta es, que una vez que el vehículo ha reducido su velocidad, lo que aconseja la educación, la vial y la otra, es facilitar al automovil un adelantamiento rápido.
Si me abstraigo del caso concreto de los dos ciclistas, y me centro en el tráfico en general, uno entiende que uno de los mayores peligros no es la falta de educación vial, sino la falta de educación en general. Y ser educado no es sinónimo de ser cortes, lo debe ser más de ser solidario, de ser capaz de hacer con los demás lo que agradecemos que hagan con nosotros.
Somos curiosos los humanos, curiosos y esquizofrénicos compulsivos. Según subimos a un coche, a una bicicleta, a una moto, según viajamos en autobús o en tren, según esperamos o hacemos esperar cambiamos como de la noche al día.
La educación vial no es tanto conocer las señales, saber nuestros derechos e intentar cumplir nuestros deberes. La educación vial es algo tan simple como saber que los vehículos no circulan solos, no son autómatas, son envoltorios en los que habita gente. Educación vial es facilitar la salida a alguien que asoma de un garaje, aunque sepamos que tenemos derecho a no hacerlo porque es él el que debe ceder el paso.
Educación vial es reducir la velocidad cuando ves a un ciclista, pero también es educación vial echarte todo lo posible a la derecha cuando otro vehículo puede adelantarte, y en definitiva, facilitar a los demás sus maniobras, sin pararnos a pensar en derechos y deberes.
Puede que sea una utopía, pero sigo pensando que algunas normas representan básicamente nuestro fracaso como colectivo, cuando la norma se tiene que hacer ley y su incoumplimiento debe ser sancionado, lo que acabamos de decir es que no hemos sido capaces de entendernos por las buenas.
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