Así es como George Bush ha calificado la sentencia del tribunal especial que ha juzgado a Saddam Hussein. Así es como se ha calificado básicamente a si mismo y al modelo de lo que él entiende por democracia.
A Saddam le quieren colgar por haber ordenado algunas matanzas en Irak, cosa que es en todo punto execrable. A Bush nadie le dice nada por haber ordenado en pequeñas diócesis una matanza legal en los Estados Unidos, vía pena de muerte. Tampoco se le exijen responsabilidades por haber mentido, y engañanando a la opinión pública y a todo el complejo político de su país y del mundo entero, ser en definitiva el máximo responsable de una guerra que está costando toda una uténtica sangría en Irak. Y en Afganistan, y allí donde tocan sus dedos.
La justicia es ciega, y a veces además lo parece. Saddam fue detenido, cosa que parece razonable, y lo fue por aquellos que decían buscar un futuro democrático y justo para Irak, y para Afganistan. Saddam paso meses incomunicado, en paradero desconocido, y sin una postura muy clara en cuanto a su situación legal. Era un poco como aquellos presos medievales que sin juicio ni proceso eran, enterrados en vida en lóbregos castillos. Igual si se me apura que los presos de guantánamo, igual que esos presos viajeros que han sobrevolado europa camino de sitios donde ser torturados de forma más eficiente, si bien no se acaba muy bien de saber para qué.
En resumen, todo un compendio de lo que debe ser un régimen democrático, un estado de derecho. ¡Y luego dicen que hay cierto antiamericanismo!
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