Publicado en la revista Alkartasuna
El mundo que vivimos está cambiando, y eso es algo que genera tensiones, desorientación, dudas y a menudo resistencia al cambio. Uno de los campos que más evidencia todo esto es el de la comunicación, el del proceso de creación, difusión, consumo y almacenamiento de mensajes, imágenes, sonidos, textos, etc.
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Se trata de un proceso cultural, pero económico a la vez, al que debemos prestar especial atención, tanto por su dimensión social como por las cuestiones que plantea. Los ingresos del autor, la cadena de valor en la cultura, la propiedad y explotación del conocimiento, las nuevas formas de compartir, los nuevos escenarios de consumo, y, por supuesto, el tan cacareado Canon.
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¿Qué es el Canon?
La ley que regula la Propiedad Intelectual (conocida como LPI), incluye un artículo (el 25), en el que establece el derecho del autor a recibir cierta cantidad en concepto de derechos por lo que se llama la copia privada, esa que nos hacemos en casa para no estropear el cd original. Para materializar este derecho, se carga una cantidad a todos los soportes vírgenes, cintas, cds, dvds, etc
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¿Cuánto supone el canón?
La cuantía se establece en base a la cantidad de información que pueda contener. Al comprar un cd virgen pagamos unos 25 centimos, cantidad que sube a 1,4€ en un DVD grabable. El año 2005, hablamos de unos 12 millones de euros.
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¿Quién lo cobra?
Los fabricantes y distribuidores lo cobran y lo trasfieren a las entidades de gestión de derechos, fundamentalmente, a la SGAE (Sociedad General de Autores). Este canon se va trasladando por toda la cadena de valor hasta repercutir directamente en el comprador final. Resumiendo, el canon lo pagamos todos y lo gestionan unos pocos.
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¿Hay razones para estar a favor?
No muchas, la verdad. Las entidades de gestión indican que es casi la única forma de compensar los efectos de la piratería, que, siempre según ellas, está causando un gran daño a los autores. Cobrar el Canon es cumplir con un precepto legal y defender los derechos del autor.
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¿Y para estar en contra?
Pues existen muchas y variadas razones que están generando un amplio rechazo a este canon en numerosos colectivos y sectores sociales. Vamos a intentar resumirlas.
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Es indiscriminado. Lo pagamos tanto si hacemos “copias privadas” como si guardamos las fotos de nuestra. Es como si al comprar un coche pagásemos una cantidad fija porque se asume que infringiremos los límites de velocidad.
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Además, defiende a autores que no quieren esa defensa. Cada vez son más los que ofrecen sus obras de forma gratuita. Bueno, semi gratuita, porque el Canon se cobra sin preguntar.
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Por otra parte, las grandes cantidades que genera se gestionan por entidades privadas, con lo que la administración tendría dificultades para establecer a su manera los criterios que entienda más adecuados para la defensa de los derechos del autor.
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Para terminar, el origen y los efectos de la piratería están lejos de solucionarse con este tipo de medidas que eluden cuestiones de más calado, como el reparto del pastel, en el que los autores apenas suponen un 6% frente a intermediarios, gestores, e industria en general, las nuevas pautas de consumo, el aumento de ingresos en actuaciones, etc. Pero eso es algo que trataremos más adelante…
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