Comenzó la liga de futbol cuando aún duran los ecos del mundial, sin apenas terminar los torneos de verano, en el tiempo que dejan la vuelta, el mundial de basket, la fórmula uno o el mundial de motociclismo.
No voy a quejarme hoy de la saturación deportiva que nos envuelve, ya se sabe, pan y circo, ni siquiera me quejaré del papanatismo y osadía de los comentaristas deportivos, ni de la exaltación patria de los que luego son anti nacionalistas.
Hoy quiero hablar de un tema sobre el que volveré con mayor profundidad, algo que podíamos titular deporte y construcción nacional. Y más de uno se preguntará ¿y que tiene que ver una cosa con la otra? Pues yo creo que en el caso de Esukal Herria más de lo que parece.
Y es que el deporte, alimentado por los medios que a su vez alimentan la rivalidad provinciana, distíngase ésta de la rivalidad provincial, en lugar de unir, de estrechar lazos, de construir país, parece que contribuye a deshacerlo, a enconar las relaciones entre vascos, a exacerbar las rivalidades irracionales, a fomentar los estereotipos, etc, etc.
Sé que muchos dirán que esto es una anécdota, que no hay que darle importancia, que no pasa nada, etc. etc. Pero tengo mi derecho a preocuparme, porque la tendencia que veo no me agrada en absoluto.
Construir país, haciendo sociedad, fortaleciendo lso sentimientos de comunidad, es el resultado de todo un cúmulo de detalles, y este, desde luego no es de los menores. Más aún si consideramos que la evolución de nuestra cultura de masas nos lleva de cabeza a una sociedad deportiva y anónima.
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