En agosto, un suplente, devolvió un recibo, no tenía instrucciones de hacerlo sino todo lo contrario, pero lo hizo. Euskaltel, muy diligente, aplicó su normativa y procedió a interrumpir el servicio. Yo personalmente no tengo constancia de que se me avisase, pero da lo mismo. Muy amablemente y a posteriori, se me informó de que el plazo para interrumpir el servicio movil es de apenas unos días, y claro, como en agosto estamos todos pendientes de todo, unos de nuestras vacaciones, y otros de amargarnos el regreso, aquí estoy yo sin poder usar mi movil.
Eso sí toda la diligencia puesta al servicio del corte se convierte en parsimonia cuando se trata de restaurar el servicio. De nada sirve ser un cliente antiguo, de nada sirve llevar años pagando religiosamente, su paciencia tiene un límite, y su flexibilidad no, por supuesto.
Y es que de todos es conocido que si hay algo que no tiene patria es el dinero. Por elevación eso es aplicable a la empresa, o mejor dicho, a la manera de gestionar las empresas.
Nos ponen un nombre en teknoeuskera, nos invaden con su color en fiestas y festejos, patrocinan un equipo, y hala, todos los baskitos caemos como bobos.
Lo triste es cuando tenemos un problema y descubrimos que no somos vascos, bueno, o que poco importa que lo seamos o no. Somos clientes, y eso, en la nueva economía es una desgracia. Si fuésemos clientes potenciales sería otra cosa, nos adularían, nos ofrecerían, nos regalarían… Pero no, somos clientes cautivos, y entonces nos ignoran, nos facturan, nos marean, y a nuestro menor descuido, nos sancionan.
Agosto es un mal mes para todos menos para ellos, que son perfectos, que tienen procedimientos que convierten en procesos, que nos reciben amablemente en sus call center, que nos informan amablemente de que nuestro problema no tiene solución, y que en cuanto protestamos nos indican que son personas. Bueno, personas son las que al final nos atienden, pero esque nosotros no queremos hablar con nadie, queremos solucionar nuestros problemas de cliente.
Esto del clientelismo, es un lobo con piel de cordero, es a menudo, la última vuelta de tuerca del capitalismo político económico y social. Pero de eso hablaremos otro día.
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