Fariseos

Un diario local, concretamente el Diario de Noticias de ílava, plantea a sus lectores un elemento de reflexión y debate. La prostitución. Si unimos el tí­tulo de este apunte, y el elemento a debatir, pienso que ya está todo dicho en lo que a mi opinión se refiere. Pero por si acaso no es así­, vamos a extendernos un poco.

El tema de la prostitución, igual que bastantes otros, como el alcohol, el tabaco, y el resto de sustancias no legales, como el de la solidaridad, como el de la sostenibilidad y no sigo por no aburrir en la enumeración, son auténticos monumentos a lo que podemos calificar como incoherencia, falta de ética, hipocresí­a, ceguera consciente, en definitiva, fariseismo.

Pero es que en el tema de la prostitución la cuestión de la sempiterna hipocresí­a social se mezcla con otra de más reciente aparición, lo que podrí­amos llamar la socialización de la miseria. Me explico.

Las sociedades occidentales, fundamentalmente, acogen en su seno desde hace años, más de un siglo incluso, luchas y avances en lo que se ha denominado la liberación femenina, la lucha por la igualdad, etc. En esta dimensión cada vez es afortunadamente más frecuente contemplar situaciones de igualdad efectiva. Dicho esto aún cuando persisten desgraciadamente tantas otras en las que es frecuente contemplar situaciones de desigualdad real.

Pero de un tiempo a esta parte, existe una cierta tendencia, que uno ve además impulsada en mensajes publicitarios, en programas televisivos, e incluso en la vida diaria a buscar la igualdad en lo criticado en vez de acabar con ello.

Uno de los iconos de la lucha feminista ha sido el de la famos cuestión de la mujer objeto. Cuando parecí­a que tení­aqmos a nuestro alcance acabar con ello, la realidad nos enseña que lo que está ocurriendo es lo contrario, ahora tenemos una oferta creciente de hombres objeto. LA discriminación ya no es cuestión de sexo, sino de quien paga y quien cobra, en metálico o en otras especies. Porque y con esto acabo por hoy, en el caso de la prostitución, todos lo tenemos aparentemente claro, es vender tu cuerpo. Pero ¿cuantas formas hay de hacerlo? ¿Para cuanto tiempo? ¿A cambio de qué? y además, si somos humanos, y nos enorgullecemos de la importancia más allá de nuestro cuerpo de cuestiones tales como nuestras ideas, etc. etc. ¿No es prostitución vender esta otra parte de nuestro ser?

El debate es largo, pero está lleno de fariseos.

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