Ramón Unzueta, el eterno suplente.

Ayer murió Ramón Unzueta, vecino de Caicedo Sopeña, a la edad de 50 años. Un hombre curioso, un viejo conocido. He preguntado por las circunstancias de us muerte y he recibido esa respuesta que es tan tranquilizadora como desconcertante, no estaba enfermo, no ha sufirdo un accidente, simplemente se lo han encontado muerto. Evidentemente, algo no marchaba bien en su organismo.

Ramón era algo parecido al yin yan en versión rural. Quiero decir que era de ese tipo de gente capaz de combinar la mejor de las sonrisas, la más sincera de las risas con la mayor sarta de juramentos, improperios y malas caras que uno pueda imaginar.

Soltero y sin compromiso (conocido), Ramón era un trabajador agrario. En la soledad de su tractor, con el gorro, la camisa de cuadros, el paquete de ducados y el bigote eterno, iba acumulando juramentos y malas “hostias”, a veces fingidas, a veces reales, que guardaba celosamente hasta que entraba en el bar. Era de ese tipo de gente que es más fiero de lo que parece, y que en el fondo, esconde bajo la costra de hombre duro y carente de sentimientos a algo parecido a una buena persona.

Los domingos ya se sabí­a, unas cañitas, la ropa limpia, el pelo repeinado, y ala, a cenar a Nanclares y luego “al Eroski”. Toda la semana trabajando, todo el dí­a trabajando para darse un desahogo a la semana, o dos…

Me tocó una vez llevarle a Txagorritxu, tras un accidente de coche, sin ser familia ni nada me buscaron en la sala de espera para que fuese acompañarle, yo creo que en el fondo el personal sanitario tení­a cierto temor de que la liase, pero no pasó nada.

Me tocó también separle de cierto grandón que le querí­a dar de leches, pasé dias reflexionando sobre mi imprudencia, por que lo cierto es que podí­a haber recibido de lo lindo por meterme.

Ramón era el eterno suplente en las listas del pp para el ayuntamiento. Yo ya se sabe que cojeo por otro lado, pero solí­amos reirnos juntos, y en campaña, nos cambiábamos mecheros y caramelos entre blanco y blanco, entre fino y fino, entre vino y vino.

En fin, que el año que viene, cuando mire las listas para las próximas municipales, echaré de falta un nombre, Jose Ramón Unzueta Saez.

 

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