El candidato imposible…

Publicado en Diario de Noticias de Alava el 7 de enero de 2007 

 

No es que el sueño de mi vida sea ser juntero, pero aunque lo fuese, a fecha de hoy, no podrí­a ser más que eso, un sueño.

El apartado 2 del artí­culo 4 de la vigente ley electoral para las juntas generales de ílava, Bizkaia y Gipuzkoa lo dice de forma clara… “Serán elegibles quienes tengan la condición de elector en el respectivo Territorio Histórico…”.

Y ante esto yo tendrí­a dos opciones, soy coherente y mantengo mi residencia donde vivo, o sea, en La Puebla de Arganzón, o hago lo que parte de los ciudadanos del enclave hacen, miento y digo que vivo donde en realidad no vivo.

Yo he optado por la primera, de forma y manera que gracias a la vigente legislación electoral, que, no olvidemos, en el caso de las elecciones a juntas generales depende o corresponde al parlamento vasco, me auto excluyo de poder optar a representar a los alaveses esparsos… de los que sin duda alguna, los más esparsidos somos ni más ni menos que los ciudadanos del enclave.

Una vez más el abstracto y evanescente contencioso se materializa en situaciones que no diré que son injustas, pero que cuando menos son chocantes. No puedo intervenir en los asuntos del sitio donde trabajo, donde ejerzo mi ocio, donde estudian mis hijos, donde viven mis padres, no puedo aspirar a participar en el diseño y gestión de mi tierra.

Aún es más paradójico todo esto si considero que podrí­a ser legalmente y sin problema alguno, salvo la forma de convencer a los votantes, alcalde de Gasteiz, de Bilbao, y hasta de Cuenca incluso, pero juntero en ílava no.

Puestos a poner paradojas, resulta que puedo elegir a un inglés para que sea alcalde de mi pueblo, pero mi padre no puede elegirme a mi para que sea juntero de su territorio. En fin, que no se a quien corresponde, pero si que se lo que toca, protestar por esta situación que a todas luces es injusta, y protestar en cuestiones concretas ante quienes con frecuencia incluyen el tema de treviño en sus programas en un afán más estético que prácticos.

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