Publicado en Diario de Noticias de ílava el 13 de Febrero de 2007Â
La semana pasada apagamos las luces cinco minutos para protestar contra el cambio climático. Bien podíamos haberlo hecho para protestar de paso por los beneficios de escándalo de las eléctricas que, paradojas de la nueva economía, tienen que subirnos los recibos porque no cubren el coste.
Ayer apagamos los móviles por la subida de tarifas, aunque estas costumbres no deberían sorprendernos. Hace ya tiempo telefónica acostumbraba a reducir las llamadas internacionales con gran despliegue publicitario mientras subía lo cuaota básica, que es la que pagamos todos.
Poco a poco vamos acostumbrándonos a privarnos de cosas como medio de protesta. Recuperamos nuestras particulares cuaresmas aunque sea por un rato.
Así pues, animado por esta tendencia a hacer días sin consumo, me voy a atrever a proponer uno. El día sin potes.
Y es que resulta curioso que los hosteleros protesten por el acoso municipal, que se quejen de la bajada de ventas, cuando en realidad los acosados somos los clientes, y los sufridores también.
Nosotros nos quejamos de los precios, y como no todo el mundo está dispuesto a dejar de comer para beber, pues claro, los bares van quedando vaciós y entonces los clientes nos quejamos también de que cada vez hay menos ambientes.
Pero los hosteleros deberían analizar también cuestiones más simples, como la subida del 66 % que ha producido el euro en un par de años o tres. Como el desparpajo con el que algunos bares suben de 90 centimos a un euro el vaso de vino, mientras se nos dice que el ipc anda por un 3% y mientras a sus propios camareros no les suben sus nóminas más allá de un 4% o así.
L´lamese la gallina de los huevos de oro, el cuento de la lechera o la visión a corto plazo, el hecho es que mientras los precios y los sueldos lleven escals tan descompasadas, el resultado creciente será el mismo… Bares vacíos. Y es que algunos parecen haber dado por bueno el modelo de gestión que solía describir Gila. Si, aquel del bar que cobraba seiscientas mil pesetas por una cerveza. ¿Pero no pondrás muchas? le preguntaba alguno, ¿y para qué? respondía el tasquero, con dos o tres al año saco para vivir. Puede que sí, pero creo que aquel bar cerró hace años, antes incluso de lo del euro.
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la gente quiere hacer días sin tantas cosas… al final vamos a acabar cansándonos de privarnos de las cosas que nos gustan 🙂