Publicado en Diario de Noticias de ílava el 29 de Abril de 2007Â
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Hoy recogen diferentes medios, entre ellos el Diario de Noticias, que la policía local gasteiztarra ha multado a 121 conductores por superar los 80 km hora en casco urbano. Líbreme dios, sabe quien, de exculpar a estos temerarios que alcanzan tamañas velocidades en el casco urbano, a estos y a los 192 que superaron los cincuenta kilómetros hora sin alcanzar los ochenta.
Pero a mi esta noticia me provoca dos reflexiones, bastante irreflexivas, eso si, así que mejor diremos que me provoca dos erupciones mentales.
La primera es recordar el mítico concepto de la velocidad inadecuada aplicado como causa a la accidentalidad. En este caso es algo parecido a lo de la parada cardiaca como causa de un óbito. Es de perogrullo. Y lo es porque está uno estacionado en su vehículo oyendo la radio, fumando un cigarro o hablando por su teléfono móvil en el momento en el que un vendaval tira un arbol que cae encima del vehículo detenido y la causa del accidente es… velocidad inadecuada. Si nos hubiésemos movido hubiésemos librado el golpe. Quiero decir con esto que no diré que esté bien pasar de 80 km hora en el ámbito de Gasteiz, lo que no equivale a decir su casco urbano, ni que pueda hacerse a cualquier hora ni en cualquier tramo de vía. Digo sin embargo que es fácil, inevitable y casi hasta necesario para el buen discurrir del tráfico pasar de cincuenta en muchos puntos de ese mismo trazado, y sin embargo es una falta grave.
Una lástima que el tiempo y los desmanes de algunos hayan enterrado aquel concepto tan bonito del conductor responsable y capaz de ajustar la velocidad de su vehículo a las condiciones del tráfico, de la vía, del clima y de su propio estado.
La segunda irreflexión es más, digamos, revolucionaria. Está muy bien que las autoridades municipales sancionen a los conductores por el exceso de velocidad. Pero, ¿no lo estaría también que los conductores pudiesen sancionar a las autoridades por el defecto de velocidad que su mala gestión provoca? Quiero decir, que entre planificación, obras, semáforos, obras, señalización, obras, y alguna que otra obra coyuntural, hay muchos sitios y muchos momentos en los que circular a más de cincuenta no es un delito, es un milagro. Y eso también tiene responsables.
Porque por fin Gasteiz empieza a parecerse a las grandes urbes. Todas las mañanas, el informe sobre el tráfico en las radios parece que está grabado de antemano. Las retenciones se producen en los mismos sitios, y los atascos también. La única diferencia es que Vitoria sigue siendo una ciudad pequeña que no se merece estos problemas de tráfico.
Y esque, en este, como en otros casos, tenía que existir el concepto de concejal por puntos. Y si a nosotros nos los quitan por correr, a ellos por obligarnos a estar parados.
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