Concluyó ayer la 31 edición del festival de Jazz de Gasteiz. Aunque en realidad, y me uno a algunas voces discordantes con la extendida satisfacción causada por el concierto de Norah Jones de ayer, ayer acabó el festival, por que el jazz acabó antes de ayer.
Yo sinceramente hay un par de cosas que no entiendo. Dónde está el motivo del éxito de esta mujer, y que pinta en el cartel de n festival de Jazz. Es cierto que su voz es aterciopelada, pero acaba por hacerse pesada a fuerza de repetirse. Como instrumentista tampoco es una maravilla, más aún si la comparamos con los músicos que hemos visto estos días. Algo parecido podríamos decir de su guitarra. Del resto de la banda no se puede opinar porque apenas se les oyó ni vió. En fin, que mucho country para un grupo al que uno le gustaría oir en un club, sentaado en una mesa con su Gin Tonic en la mano mientras habla con sus amigos. Posiblemente con otro acompañaminto y con otra filosofía podría haber sido un buen concierto, pero los que vamos a ver Jazz no salimos ayer muy satisfechos.
Eso sí, la escenografía resultó muy meritosa, sencilla y basada en el uso de la luz y del color ofrecía una plasticidad que, cierto es, los músicos de jazz suelen descuidar.
Pero insisto, mucho autobombo para poca sustancia. Sin cámaras, sin fumar, sin hablar, sin nada de nada. Eso sí, en plan chascarrillo, diré que algunas malas lenguas decían que la decisión de eliminar las localidades a ambos lados del escenario a pesar de estar el pabellón petado se debió a una indicación de la “artista”. No deseaba que se le pudiese ver de perfil. Pues eso, sin comentarios.
Mañana toca balance general.
Gracias a dios, sabe quien, el día de Buika no estuve. En lo de la nena también, es de esos casos en los que hacerlo bien no es suficiente.
Lo de Coleman pues efectivamente, es un poco hermético, y muy inusual, pero puede que por eso mismo sea interesante. Ahí si que se puede hablar de cuestión de gustos…
En cualquier caso en esto como en san fermín, ya solo quedan 360 días para el siguiente…
A mi tampoco me gustó demasiado el concierto. La chavala, muy correcta, yo diría que perfecta. Por eso no me gustó. Cuando vas a un festival de jazz lo que buscas es algo de improvisación, de complicidad entre los músicos, trabajo en equipo pero también individualidades. Y ayer sonó el concierto como si fuese un disco.
De todas formas, no es de lo que menos me ha gustado. Se lleva la palma Concha Buika. Y tampoco me gustó nada Coleman, aunque supongo que eso es el free jazz, ¿no?: mientras los otros músicos van conjuntaditos, con su ritmo, el solista va a su bola.