Cuando la moralidad, la salud pública y hasta la corrección política abandonan el luminoso terreno de la razón y retornan a la oscuridad del mito se producen efectos sorprendentes.
Unas veces los integristas convencidos o los más papistas que el papa se embarcan en cruzadas que descubren lo ridículo de sus planteamientos. Disney empezará por no sacar a gente fumando y acabará haciendo a sus técnicos retocar sus viejas cintas para quitar el cigarrillo a Cruela Devil.
Otras sin embargo nos traiciona el subconsciente y entonces nos encontramos con lapsus como el de José Manuel Bully. Y es que Bully no ha dicho nada sorprendente. Incluso diría que no es nada nuevo lo de querer recuperar la tradición del puro frente a la lluvia dorada de sidra achampañada. Iré más lejos aún y hasta diré que es una opinión que mucha gente comparte. Y puestos a escalar diré incluso que yo mismo soy uno de ellos.
¿Dónde está entonces el lapsus? Pues en que si uno se pone a pensar en los melífluos, en esos abanderados de las nuevas batallas, no sería de extrañar una avalancha de protestas, peticiones de dimisión, requerimientos para la publica rectificación y hasta pegatinas y carteles y que se yo.
Y es que con la que está cayendo en contra del tabaco hablar de el deseo del equipo de gobierno de “recuperar el puro antes que el vidrio, un elemento peligroso”. Todo sea por hacer de Vitoria “una ciudad más limpia”, incluso durante las fiestas. Puede levantar ampollas y que se yo que oscuros fantasmas.
De todas formas, y además de sumarme a lo del puro, me sumo también a animar a nuestros gobernantes a tener más de estos lapsus. Porque a veces ser políticamente correcto tal como se entiende ahora, no es que no sea suficiente, es que es absolutamente contrario a ser simplemente humano, ciudadano y a actuar correctamenet, hasta en política.Â
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