De cuando en vez hay que provocar un poquito… y que mejor que tocar la fibra sensible, y que más oportuno que hacerlo por donde de un tiempo a esta parte más duele, el deporte.
Comenté en su día que el deporte, y más concretamente, la “sana” rivalidad entre los eqeuipos vascos estaba a la larga desvertebrando el país más que la tan nombrada LTH. (Veasé el apunte LTH, LFP, ACB)Hoy, y después del fin de semana que hemos vivido, cada día estoy más convencido que el deporte tiene que ser deporte, esto es, la competición de todos que ganan los mejores, sin tasas ni cuotas, ya sean nacionales, sexuales, o raciales.
Porque cuando uno busca distinguirse de lo que critica es necesario analizar que es lo que hacen los criticados. Los vascos decimos a menudo que es esencialmente falso plantear la cuestión vasca en términos de nacionalistas contra no nacionalistas. Lo cierto es que el conflicto es el choque entre dos nacionalismos, el vasco y el español. Y el que niegue que el nacionalismo español existe es simplemente o mentiroso o idiota. Basta sino seguir la prensa y los medios este fin de semana pasado. España, españa, españa. España en baloncesto, españa en voleibol, españa en motociclismo, y por encima de todo, españa.
A mi me gusta el deporte del motor. Una de las cosas por las que me gusta es porque los verdaderos aficionados no miramos el carnet de identidad, sino el de conducir. Rossi ganó a Pedrosa, y me alegré, es el mejor. Ducati quedó tercera, y me apenó, me encanta el sonido de las Ducatis, no lo puedo evitar. Igual que me gusta cuando ganan los Ferrari, tienen más alma que cabeza, y lo siento por Mercedes. Para correr Ferrari, para ir a recepciones y llevar a reyes y presidentes y jerifaltes en general, Mercedes.
Digo todo esto, porque vengo tiempo diciendo que vivir lo propio no es competir con lo ajeno, sino hacerse respetar a golpe de respeto, y hacer valer lo diferente a base de respetar lo distinto. Por eso las selecciones “nacionales” no terminan de parecerme más que una fuente de problemas, más que una caja oscura donde encerrar complejos, más que una quimera en la que depositar utopías, más que un dardo envenenado con el que crear frustraciones y resentimientos.
En deporte que gane el mejor. Si es negro como si es alemán. Que gane el que mejor corra, el que mejor juegue, y teniendo en cuenta que el espíritu olímpico acabó ya hace años, que jueguen los equipos que son los que pagan este circo. Y si queremos selecciones nacionales, hacemos como la fundación Euskadi, buscamos un patrocinador y competimos como equipo. Pero eso sí, si el equipo gana, gana el equipo, ni la raza ni el país, y si pierde, idem de idem. Que al final resulta que lo que es juego es vital, y lo que no lo es acaba pareciendo accesorio.
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