No, no he sufrido uno de mis habituales despistes digitales. Es así como se escribe (sic) una nueva marca de galletas que estos días se promociona en las televisiones españolas. Se escribe Qe, cosa de por si impronunciable en castellano, y se pronuncia ke.
Y es que ayer vi el anuncio y a la vez me dolió y me hizo gracia. Más aún si lo contextualizo en el entorno de opinadores varios, tertulias y hasta noticias según las cuales, las sacrosantas esencias de la patria española se desmoronan por el furibundo ataque de los separatistas y por la exigua resistencia de los pusilánimes del gobierno. Ya para algunos no vale ni la corona. Me refiero para algunos de los que la defendían. Para muchos no ha valido nunca para otra cosa que para tener validos.
Pero a lo que vamos, que he estado esperando a oir a Sabater, a Juaristi, a la Diez o incluso al de los santos, y nada. Se conoce que si en un libro para una ikastola se escribiese “esta es la historia qe vamos a contar”, sería una clara muestra de nuestra perversidad. Pero cuando es una marca la que lo hace pues todos a callar. Antes analfabetos que rojos y antes rojos que rotos.
Eso sí. Seguiremos insistiendo en que son los vascos y los catalanes los que destrozan el castellano y atentan contra la unidad del destino en lo universal. Mientras ellos mismos permanecen ciegos ante los que destrozan su idioma.
Me tengo por vasco, y eso no impide que admire la lengua castellana, que disfrute de su lectura, y que, con las limitaciones propias de mi humilde condición, intente practicarla con respeto y cariño. Por lo que se ve, más que ellos. Ellos, los que hablan sin saber o callan a sabiendas. Ellos que son de esos que alimentan en gentes la animadversión por otras lenguas en vez de predicar el amor y respeto por todas ellas. Esos que mal aconsejados me plantean a veces esas cuestiones en lo personal y me veo obligado a responderles. Mi hijo lleva toda su vida estudiando en Euskera. Es un idioma que conoce y practica con cariño. Es un joven campeón de bertsolaris, y le gusta el hip hop, y posiblemente escriba mejor castellano que los hijos de muchos que me previenen contra los peligros que acechan al castellano.
En fin, que bien sabido es aquello del líbrame de mis amigos que de mis enemigos ya me ocupo yo, y en cuestión de lenguas, más vale mirarse al ombligo y buscarse la viga en el ojo que echar balones fuera y descubrir pajitas con microscopio.
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