Ha pasado el día. El día en el que los no nacionalistas, los antinacionalistas estaban llamados a agitar al viento sus banderas nacionales y a proclamar a los cuatro vientos su orgullo de ser españoles, de tener muy claras las fronteras del reino, y de tener más claro aún que dentro de esas fronteras se es español por cojones, manera muy española por cierto de afrontar las discusiones.
Con esos ánimos acudierono al desfile a alardear de patriotas, a abuchear a su presidente, y a jalear a las fuerzas armadas que como bien reza la constitución tienen como misión básica y fundamental la de ser garantes de la unidad de la patria, o sea, de españa. Los más jóvenes, los más beligerantes, acudieron a Donosti, a buscar la boca que diría el otro, y más que encontrar la boca lo que hicieron fue un absurdo despleigue en el parking de un centro comercial, y dar pie, a los de siempre a montar un auténtico caos en el centro de Donosti. En fin, que uno no puede dejar de quedarse perpelejo por la impunidad con la que funcionana estos lobitos de la extrema derecha, alguno con antecedentes y todos con antepasados. Vamos, que muy constitucionales no son, pero como españoles si, pues ala, adelante.
La guardia civil, por su parte, aprovechó el día para ir a misa y honrar a su patrona, para más datos la mismísima virgen maría. Luego abrieron sus puerttas y dejaron, como el mismísimo cristo que los niños se acercasen a ella y a sus armas. Muy edificante esta nueva versión de la educación para la ciudadanía. Tanto como esta forma de celebrar el día de un cuerpo de seguridad de un estado laico honrando a una virgen católica, apostólica y romana.
Eso sí, si en el desfile se cuidó la proporción que parecen apuntar los listados de bajas del ejército español, fijo que entre sus filas iban marciales muchos sudamericanos, rumanos, y hasta, como diríamos para no dar vueltas, moros. Un ejército multiracial para ilustrar el día de la raza. Un aglomerado de mercenarios multinacional para defender la unidad de la patria.
Vamos, que con todo lo dicho, el doce de octubre debería ser renombrado como día de la contradicción.
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