Hay gente que cuando muere se lleva por delante algo más que una vida, en cada caso la suya. Hay gente que se lleva un trozito de la historia, una forma de ser y existir, una época incluso. Fernando Fernán Gomez resultaba, en cierto modo, un anacronismo vivo. Un ser que interpretaba con su existencia el papel de un tipo de gente en franco peligro de extinción.
Su aspecto, su porte, su forma y fondo de hablar, su hosquedad, y hasta sus arrebatos violentos pero uno intuye que sinceros no son hoy moneda de uso común. Son tiempos de docilidad, de imbecilidad, de gregarismo y hasta de sumisión. Tiempos sin humor, sin carisma y sin cariño. Tiempos de gentes grises y de conspiradores.
Muchos recordarán hoy de Fernán Gomez su frase más repetida. Si, claro, aquella que no voy a repetir pero que en muchas ocasiones puedo compartir. Se hablará de sus películas, en especial del Abuelo, de Belle Epoque o de aquellas rancias cintas en blanco y negro que luchaban por hablar en medio del silencio impuesto.
Yo sin embargo, cuando recuerdo a Fernando Fernán Gomez, lo evoco siempre en dos de sus películas.
Como cómico en La venganza de don mendo, una cinta que debiera ser película de culto y que contiene secuencias singulares como el ya mítico relato de la derrota de don mendo a la siete y media. Mérito que procede de Muñoz Seca pero que cuadra con la puesta en escena y el tono hilarante de la película en general.
La otra es Stico. Un film en el que Fernando Fernan Gomez interpreta a un catedrático jubilado y acosado por las deudas que, para salvar su biblioteca, se ofrece como esclavo, recuperando una vieja figura del derecho romano. Fernán Gomez acaba convertido en esclavo de un familia normal, bueno, lo suficientemente normal como para aceptar un esclavo en su domicilio. Una familia cuyo cabeza es otro de los grandes que en el cine español han sido, Agustín Gonzalez. A partir del argumento inicial el resto está servido. Una película a la vez tierna e inteligente, a la vez triste y surrealista, a la vez imposible y cercana.
Una historia que me gusta recordar, igual que a su protagonista, con el mismo cariño por la vida que dejó caer de pantallas y escenarios Fernando Fernán Gomez.
Inigualable. Parte de la historia reciente. Genio y figura. Rebelde, a veces con causa. Vividor-es un elogio- artista. Humano, protestón. Insoportablemente entreñable. Raza a extinguir en el Estado. Hasta siempre, Don fernando.
Antonio ex-actor alavés.