Comentaba el otro día que el cambio de legislatura, y el consiguiente cambio de gobiernos que ha traido a las dos principales instituciones alavesas estaba marcando unos tiempos de mudanza que estaban generando cierto desconcierto en algunos sectores de la población. Precisamente en esos que mayor preocupación muestran por todo aquello que se relaciona con la cultura.
El caso es que poco a poco, y especialmente en lo que a Gasteiz se refiere vamos paulatinamente despejando el panorama. Si bien al tiempo que vemos el panorama aparecen también las reflexiones e incógnitas que plantea.
El panorama que se nos presenta tiene de hecho su lado atractivo. Una apuesta decidida por lo singular, por aquello cuyo interés sea capaz de trascender las estrechas fronteras del zadorra y los montes de vitoria para llevar el nombre de la ciudad por el universo mundo. Para ello parece que se primará el trabajo en una serie de ejes, siempre en busca de ese interés.
Un evento puede generar interés por ser singular, exclusivo. Por evitarnos tener que mirar alrededor para comparar. Dicho a la inversa, lo que hay que hacer es mirar alrededor, descubrir el nicho o encontrar el hueco y… Ale Hop!. Festival de magia de caracter e interés internacional.
También puede generarse interés por el impacto mediático que siempre suponen las grandes concentraciones humanas. Eso supone entrar en esa carrera de nuevos centros de peregrinación que en torno al verano mueven a miles de supportes del escenario y la garimba. Pero si contamos con una buena base, le inyectamos un remedio que no falla casi nunca (el dinero), y ya tenemos nuestro Azkena para meter ruido (en el buen sentido de la palabra, que no se me ofenda nadie).
Por otra parte, y visto que ultimamente lo de la arquitectura del espectáculo es también un elemento que despierta creciente interés, y si consideramos el precio al que se han puesto los arquitectos, y si vemos nuestra almendrita que yo siempre llamo cebolla, y si pensamos en el interés despertado por la catedral. Pues ahí que tenemos otra patita para el banco. No tendremos Guggenheim o Kursal, pero nuestro casco viejo va a ser un gran edificio en su hermosa totalidad. Un enorme multiusos para interés y regocijo del orbe entero.
Hasta ahí las cosas pintan bonitas. Pero estoy yo esperando a ver como se resuelve la cuarta patita, la que convierte un taburete en una silla, y que, como vengo diciendo con tanta frecuencia como escaso resultado, es la educación, es la investigación, es la apuesta por crear cantera, por contar con una masa crítica amplia de consumidores de cultura y apoyar las posibilidades de proyección y desarrollo de los creadores, de los que investigan y arriesgan. Eso también es de interés…
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