El PSOE ha celebrado este fin de semana una convención con el objeto de aprobar su programa electoral para las próximas elecciones de marzo. Entre las grandes novedades que, en lo formal aportan, una de ellas es la de la participación de 250 representantes de la “sociedad civil”. Y el caso es, que según como se mire, más que un logro, esa afirmación en esos términos lo que representa es un sonoro fracaso, no ya del PSOE, sino del sistema en su conjunto.
Uno siempre ha tendido a separar entre civil y militar. Si se me apura incluso entre civil, militar o religioso. Pero de lo anterior se desprende que a partir de ahora, y por propia iniciativa de parte, habremos también de separar lo político de lo civil, eso sí, sin juntarlo con lo militar ni con lo religioso al menos estructuralmente. Vamos, que resulta que los propios partidos asumen su distancia y lejanía con el resto de la sociedad por la que dicen luchar y de la que debieran ser parte. Y por eso tienen a bien publicitar que para no hacer un programa tan alejado de la realidad social como se supone que pasaba antes o que pasa en otros partidos, el mejor aval es indicar que se ha contado con 250 representantes de la sociedad civil. Eso sin entrar en os criterios de representación o representatividad o incluso selección de los 250 participantes.
Ya sé que la wiki define a la sociedad civil como el conjunto de las organizaciones e instituciones cívicas voluntarias y sociales que forman la base de una sociedad activa, pero también lo es que lo hace en oposición a las estructuras del estado y de las empresas. Pero al hilo de lo que estamos hablando aquí debiera añadirse que también de las estructuras de representación política formalmente establecidas, lease, partidos políticos. Y el caso es que si hay algo que debiera ser civil es la política. Y si hay algo que debe preocupar a la política hasta el extremo de confundirse y ser lo mismo es, precisamente la sociedad civil. No tiene sentido separar lo que es lo mismo salvo que, en efecto no lo sea.Â
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