No es que Inclán, el consejero de Sanidad del Gobierno Vasco tenga un affaire, cosa que desconozco y no viene al caso, sino que su comportamiento en el conflicto de Osakidetza me ha recordado al de Sarkozy en los conflictos laborales franceses.
La estrategia es en todo caso similar. Se trata de presentar a los huelgistas como privilegiados que buscan no ya mantener, sino aumentar el nivel de sus privilegios. Y sus privilegios lo son en tanto que representan condiciones de retribución, horario y hasta control sobre plantilla y gestión de la empresa que para sí las quisiera un currela de los de a pie.
La cosa primera que llama la atención es que el conflicto en general lo pagamos precisamente los de a pie. Pagamos el pato con el desaguisado de consultas, operaciones, remodelación de listas de espera, etc. etc. Pagamos a los huelgistas, sean privilegiados o no. Pagamos a los que cierran el conflicto a golpe de decretazo. Y por pagar pagamos incluso el despliegue en prensa cuyo objeto es descubrirnos las condiciones de trabajo del personal de Osakidetza, sus sueldos y sus desmedidas pretensiones. Todo eso pagamos. Hasta el sueldo del consejero que creo que no venía en la relación de sueldos. Ni el suyo ni el de sus viceconsejeros, directores, asesores y personal de gabinete en general.
Lo segundo es si se me apura de más calado. Se busca enfrentar a trabajadores contra trabajadores. Con un matiz que hay que tener en cuenta. En definitiva los trabajadores tienen la obligación de apartar parte de sus sueldos para que en caso de enfermedad, accidente etc, existan unas instalaciones adecuadas; y también para que haya gente que, en vez de producir, pueda atender esas instalaciones con un salario digno. Se busca que pensemos que, mientras los ricos se van a la privada, los pobres, los de la pública, son atendidos a costa de su sueldo y su trabajo por gente que tiene más sueldo y menos trabajo que ellos y que encima se quejan y quieren más sueldo y menos trabajo, y no negaré que en cierto modo parte de ello es cierto.
Pero claro, ante esto hay dos maneras de plantear el asunto. ¿Son realmente unos privilegiados o simplemente tienen aquello que todos deberíamos tener? Dicho de otra forma, y como exposicón resumida de lo que podríamos llamar el Comunismo Sostenible, ¿da el sistema para que todos vivamos como ellos? Si no es así ellos tendrán que bajar el pistón, pero si lo es, el pistón tendría que moverse por otros lados. Y cuando uno lee, por poner un ejemplo, los beneficios declarados por BBVA, y escucha al tiempo las condiciones de trabajo de sus empleados, uno tiene la impresión de que el sistema si que da de sí.
Así pues, esa es la cuestión y no otra. Los privilegios lo son en la medida en la que alguien consume recursos por encima de la media y dado su volumen limitado impide que otros puedan alcanzarla. Y no podemos hablar sólo de privilegios entre trabajadores dejando a un lado a los grandes privilegiados del sistema, a los que realmente rompen la media, en lo local y en lo global. Hacerlo es como convertirse en gladiadores esclavos matándose en la arena para regocijo de las gradas repletas de senadores, patricios y demás privilegiados.
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