Ya está todo lanzado. Las candidaturas están inscritas, los líderes las presentan, y el que quiera imprimir una invitación para su boda que se ponga a la cola que las imprentas no dan a basto. Hasta los tribunales españoles, en algo que está empezando a convertirse en una patética y desagradable costumbre, deciden si ilegalizan o no las candidaturas de siempre.
El caso es que, retomando uno de los balances que en su día hice de las elecciones municipales, estas fechas invitan a pedir a todos los partidos y hasta a la administración en general, un compromiso de sostenibilidad en sus respectivas campañas. En realidad es poco más que pedirles que empiecen por cumplir sus programas en la práctica. Porque si los revisamos, los programas, en todos encontraremos compromisos ambientales, y en muchos leeremos las medidas a aplicar contra el cambio climático y a favor de la sostenibilidad.
Lo chocante es que esto lo leeremos en folletos que se imprimen a miles, aunque sobren, que sobrarán. Igual que los carteles, las papeletas, los sobres, los programas, los censos, etc. etc. Los logos se imprimen en globos para los que se usan gases y que van a caer dios sabe donde. Se hacen todo tipo de maquinarias e inventos del merchandissing cuyos efectos se analizan más como medio de persuasión que como posibles agresores del medio ambiente. Como se busca la economía, tampoco se analiza el lugar de producción de juguetes y aparatos, con lo que es posible que tirando del hilo veamos a más de uno contribuir a la explotación de mano de obra en los “paises emergentes”.
Hasta los propios tribunales que trabajan en las ilegalizaciones manejan siempre expedientes con miles de folios, de los que se hacen varias copias para que se puedan filtrar y archivar por triplicado. Informes cuyo contenido puede resumirse en un papel de fumar, porque se trata de algo que poco tiene que ver con la justicia y mucho con la política, y eso, o se dice cortito o no hay dios que lo explique por muchos folios que gaste.
Gastarán todos por encima de lo que tienen, y emplearán los trucos habituales para superar el listón que marca la ley. Y ahí está otra de las cuestiones de la sostenibilidad. La ley está anticuada, y de la misma forma que establece un tope económico debiera establecerlo también en lo ambiental. Y eso por no hablar de la contaminación acústica y hasta de la sensación de acoso psicológico que la campaña puede causar en la ciudadanía.
En fin, que luego encima te reconocen que las campañas apenas sirven para nada y ya con eso el círculo alcanza su cuadratura. Eso sí, a mi me servirán para hacer unos cuantos apuntes con la crónica de campaña y precampaña. Algo así como ponerse el traje de reportero de guerra y disponerse a cronicar los combates que se avecinan…
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Muy agudo tu post. Felicidades por la reflexión. Te lo meneo y te enlazo desde http://www.ecolamancha.org. saludos.
¿Son sostenibles las campañas electorales?…
Va a empezar una campaña electoral. Como en otros casos nos inundarán con papel impreso, con los más variados gadgets y con todo tipo de recursos que acaban en suelos papeleras y sitios por el estilo. ¿Es así como se lucha por el medio ambiente y …