Perspicaces…

Resulta que nuestro equipo de gobierno municipal ha constatado que los precios de los solares que quedan cerca del tranví­a han subido su cotización (lee la noticia en diario de noticias). El complicado estudio que les ha llevado a esta constatación se basa en un sencillo trabajo de campo. O mejor dicho de despacho. Parece ser que ahora van a los despachos municipales gentes que antes no iban o iban a por otras cosas, y ahora van a interesarse por parcelas que hasta hace poco, hasta hoy mismo incluso, sólo serví­an para acumular basuras. Y es que el Ayuntamiento ha tenido mucha suerte, porque muchas de esas parcelas son suyas, así­ que… con un poco de suerte enjugamos la deuda del tranví­a y hasta la del auditorio.

Hasta ahí­ todos contentos. Pero seguro que, a no mucho tardar, y más aún en el contexto de recesión inmobiliaria que vivimos, observaremos y constataremos con algún sesudo estudio que algo similar va a ocurrir con parcelas, lonjas y viviendas que no son del ayuntamiento. Y entonces habrá quien ponga el grito en el cielo, y acuse a diestro y siniestro de que nuestro ayuntamento favorece a especuladores, de que han puesto la parada justo debajo de casa de no se quien o al lado de la lonja del cuñado de fulanito. Y ya está liada.

El caso es que no hay que ser muy perspicaz para saber que esto iba a ocurrir. Basta ver lo que ocurre en Madrid cada vez que se prolonga una lí­nea de metro. O las disputas y escándalos que surgen por la ubicación de las nuevas estaciones del AVE a lo largo de su recorrido. O lo que en este mismo territorio está ocurriendo en Segovia o Valladolid. Y es que las infraestructuras en general, y las ví­as en particular traen todo un tren de beneficios. Donde antes los trenes no dejaban más que carbonilla quedan ahora generosas plusvalí­as, públicas o privadas, pero plusvalí­as. Por eso hay que tener cuidado. Por eso siempre he dicho que la lí­nea de tranví­a deberí­a llamarse abetxuko/lakua – Corte Inglés, y contar con el generoso apoyo de tan insigne marca comercial. Porque los usuarios podrán comprar algo antes de darse un paseito hasta el multiusos de uso único que queda a la vez tan cerca y tan lejos de la estací­on término. Pero eso es harina de otro costal.

Lo que hoy me ha llamado la atención son dos cosas. La perspicacia demostrada sobre los efectos que este tipo de infraestructuras tienen sobre el mercado inmobiliario, y, lo que es más grave, la alegrí­a con la que comienzan a plantearse en estas parcelas municipales cambios de uso necesarios para materializar la plusvalí­a que en otros sitios y no hace muchos dí­as han sido tajante y rotundamente descartados. Y es que cuando se habla de igualdad ante la ley, hay veces que parece que las instituciones no existen, no son nadie y, como curiosamente son las que ponen las normas, no se incluyen en el terreno de los iguales.  

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