Llevaba varios días dando vueltas a como enfocar el tema del famoso voto útil sin ser reiterativo, y a ser posible, sin titular el apunte como tantos otros, cuando hete aquí que la lectura de una noticia me ha hecho dar con la excusa necesaria para hilvanar un par de ideas sobre el asunto.
Leo en Diario de Noticias que “El consistorio culpa a los ciudadanos de los atascos en América latina“. Quiero suponer que es un dislate, o por mejor decir aquello de… una mala tarde la tiene cualquiera. Sinceramente concedo al consistorio y a quienes lo gobiernan mayor capacidad que la que la afirmación representa. En cualquier caso es de esas frases que le dejan a uno perplejo. Porque en estos días en que tanto se habla de voto útil, es chocante ver una manera tan palmaria de reconocerse a uno mismo, a un electo con votos “útiles”, como todo un inútil.
Porque digo yo que la utilidad de un gobernante radica en su capacidad para conocer los problemas y solucionarlos. Y no vale aquello de decir que los ciudadanos tienen la culpa de sus atascos porque cogen el coche a la misma hora, para pasar por el mismo sitio y encima muchos de ellos van solos. Por lo menos en términos de utilidad para la sociedad no vale, no señor.
Porque son, los gobernantes, los primeros que debieran ser conscientes de que la gente tiene coches porque no siempre los trasportes públicos satisfacen sus necesidades de movilidad. Porque además viven en una sociedad con valores curiosos que hacen que tener un coche sea importante. Porque si no se venden coches otros o ellos mismos se quedan en paro.Â
Debieran saber también, que suelen cogerlos a la misma hora porque el sistema está montado de tal forma que muchos salen o entran a trabajar a las mismas horas y en los mismos sitios. Que a veces van solos porque parte de su itinerario cotidiano es ir a coger o dejar a alguien, por ejemplo a los niños que entran o salen del mismo colegio a la misma hora que muchos otros cuyos padres o madres van a dejar o recoger.
Que si todos tienen la insana costumbre de coincidir todos los días a las mismas horas en la misma rotonda, igual no es por ánimo gregario ni necesidad de socializarse. Lo mismo es porque los que les gobiernan han ido dibujando con gran mimo y esmero esta ratonera en su planes de ordenación urbana tan sesudamente estudiados.
Vamos, que razones hay muchas, y campos en los que aparecer como un gobernante útil también.
Por eso días como estos cabe recordar lo útil que es un voto. Para reforzar el sistema o para buscar vías de cambio. Para apuntalarlo o para ver la manera de transformarlo. Y puede que si pensasemos en lo útil que puede ser nuestra voz, olvidando lo que suponemos que van a hacer o decir los demás, nuestros votos empezasen a ser además de utiles, numerosos y valiosos. Porque cualquier voto es útil cuando es voto palabra y no un voto número. Cuando es producto de una ilusión y no consecuencia de una frustración, cuando se apuesta por el máximo y no se resigna a lo menos malo. Porque cuenten o no, todos los votos dicen algo, y a veces es más importante dejarse oir como un humano que dejarse contar como un borrego, por muy util que se sea para la industria de la lana o de la carne…
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