Esta ciudad es genial. No sé cómo hay quien dice que Vitoria es aburrida. No repuestos aún de las últimas genialidades nos damos de bruces con una que supera a las anteriores. El Ayuntamiento se reconoce pillado con las manos en la masa porque le han birlado las máquinas de amasar… y no pasa nada. Mejor así, el sitio que dejan lo dedicamos a almacenar azadas y propuestas, regaderas y colectivos. Genial. En fin, que por si no se entiende la cosa voy a intentar contarla despacio… y sin que me entre la risa.
Va el ayuntamiento y compra una antigua fábrica de pan. El íncora de Abetxuko. Por cierto, nunca había caido en que como no sea para anclar barquitas en el zadorra no le veo mucha relación al nombre, pero bueno, alguna tendrá. El íncora de Abetxuko es en todo caso una de esas marcas que forman parte de mi infancia, igual que la fábrica, omnipresente cuando salíamos de Vitoria pasando a su vera, por Abetxuko camino de Zuya, de Zigoitia, camino del norte en definitiva.
Bueno, como íbamos diciendo. Que van y compran la fábrica. Con toda su maquinaria añeja, de esa que ya no vale para hacer pan, pero que vale para saber como se hacía, y por lo visto, debe valer para algo más, para que alguien amase unos eurillos…
Vuelvo al hilo. La cosa es que ven el edificio tan dispuesto para hacer eso que antes llamaríamos museo y hoy en día un cnetro temático que así lo anuncian.
Hasta ahí todo bien, todo normal, todo lógico y encomiable. Pero es que ayer, y sin el menor rubor anuncian que el museo no se puede hacer. ¿No hay fondos? No y si. Fondos económicos no parece que falten. Lo que no hay es fondos museísticos. Vamos, que las máquinas han desaparecido. Las pobres, tan ancianas, habrán ido a parar a una residencia o a un tutelado. Eso sí, con barba postiza y gafas de sol se han escapado las máquinas estas, tan pequeñas, tan manejables, porque nadie se ha enterado, nadie ha visto nada. Como en Palermo. Y todos tan tranquilos.
Vamos que es como si cedes tu biblioteca al ayuntamiento, y este dice que va a hacer una biblioteca y ene años más tarde, después de dejar la biblioteca en una casa abierta y sin vigilancia, cuando van a hacerla resulta que casi es mejor hacer un almacen de bicis, porque por alguna extraña razón, relacionada con el afán que tienen algunos de llevarse cosas y otros de no cuidarlas, pues como que no queda nada.
Estos criterios de conservación a muchos nos gustaría que los aplicasen por ejemplo a las cajas de ahorros. Que guarden sus nóminas en cajas abiertas y que cuando vayan a cobrarlas y vean que no queda ni un centimillo pues digan con la misma alegría: No pasa nada, guardaremos unas azadas…
¿Querían realmente hacer un museo?
Tal vez si todos preguntamos al Ayuntamiento donde está la maquinaria de Ancora de Abetxuko, tal vez busquen algun responsable . Y me gustaría saber qué exactamente compraron, en qué condiciones, para qué lo compraron y sobre todo cuánto pagaron. Puede ser que en algún resquicio podamos averiguar dónde está esta maquinaria.