Publicado en Diario de Noticias de ílava, La octava columna, el 13 de mayo de 2008Â
Algo falla en esta historia. O mienten quienes hablan una y otra vez del expansionismo vascongado o, a juzgar por algunos indicios, hemos empezado a batirnos en retirada. Y es que cuando uno oye hablar a ciertos tertulianos y políticos de tres al cuarto, tal parece que los vascos, armados de su arcaico idioma hemos salvado el Ebro y avanzando por la Bureba nos dirigimos sin freno ni resistencia hacia el vasto espacio de la meseta.
Pues no. No sólo no es así, sino que uno tiene la impresión de que más bien es al contrario. Y eso a pesar de elebides y demás campañas. Vamos que, por poner un ejemplo, uno se acerca a un hipermercado de una conocida marca del sector, marca vasca, por más señas, que se encuentra en Ribavellosa (capital del municipio alavés de Ribera Baja), y de repente tiene que sacar el mapa y el GPS para asegurarse de que está dónde está, en la comunidad autónoma del país vasco, y no en la vecina Castilla y León. Lo más parecido a euskera que puede leerse es el nombre del hiper.
Así que uno se coge el coche, y de vuelta a Vitoria ““ Gasteiz tiene varias ocasiones donde hacer un itzulbidea y una en la que hacer un cambio de sentido. Y es que Treviño es así. Una isla también en lo lingí¼ístico y en la rotulación. Vamos, que sales de Tuiu en plan euskaldun, te olvidas del idioma durante unos kilómetros mientras pasas por Argantzun, y recuperas tu integridad lingí¼ística a la salida de los túneles del boquete. Vamos, que digo yo que podían ponerse de acuerdo las dos diputaciones, o la diputación y fomento, o lo que sea y bilingí¼izarnos el enclave, aunque sea para los vascos en tránsito.
Porque hablando de tránsitos, algo parecido pasa con el tren. Cuando toca alguno de esos que sabe hablar (cosa no frecuente porque muchos de los trenes son anteriores al invento del altavoz), resulta que además de hablar sabe geografía política. Y es por eso que ya sabe bien que todos los habitantes de Iruña Oka comprenden perfectamente lo que es una geltoki, y hasta saben lo que significa hurrengo, y que Nanclares y Langraitz son la misma cosa. Y de la misma forma adivina que los de La Puebla de Arganzón no sabemos nada de aquello. Cosas del avance y de la ciencia.
Eso sí, nos seguirán insistiendo en que somos expansionistas, que somos dictadores lingí¼ísticos y que el pobre castellano yace postrado y humillado en el baúl de los recuerdos, marginado en las escuelas, vilipendiado en la vía pública y despreciado en hospitales y ambulatorios. Nos querrán convencer de que es urgente y necesaria su defensa. Y nosotros nos lo creeremos.
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