He tardado unos días en poder sacar un rato para ponerme al día. Es lo que tiene el cambio de rutinas y esas cosas, a ver si poco a poco voy normalizando esta nueva situación, así que empezaremos con la crónica del segundo de los días que opté por acercarme a Mendizorroza, al Jazz, como se dice en Vitoria – Jazzteiz.
Tocaba la banda de María Schneider y cantaba Cassandra Wilson. Sobre el papel, y en opinión del amigo Xabier, una buena selección de conciertos habida cuenta de lo complicado que lo tenía para oir a Sonny Rollins. En el mundo real, el que aparece a la hora que indica el papel, creo que fue una buena decisión.
He leido muchas crónicas sobre el concierto, y con el retraso con el que me he puesto a escribir estas líneas, he podido incluso leer comentarios en clave de resumen o balance. He podido comprobar que no estoy de acuerdo con muchas de ellas, al menos en parte, en la primera parte.
La big band de Schneider me gustó. Ya sé que no hubo ocasión para ponerse a dar palmas, se también que no oimos lo de siempre. Sé también que era más una big band para un sitio íntimo que para un night club ahumado y lleno de ruido. Pero puede que por eso mismo me gustó. Era música sensible. Algo parecido a un Chill out en versión big band. Música para amansar fieras, relajarse y soñar. Sin agrestes fantasías pero sin pesadillas. Vamos, que la delicadeza también puede ser Jazz, y que pensar, como decía el otro día, también puede ser sencillo y agradable.
Cassandra Wilson fue efectivamente otra cosa. Los apasionados del palmeo se pudieron emplear a fondo, especialmente en esa simpática, emotiva y original conga con ecos africanos con la que acabó el concierto y que según he leido se prolongó por los camerinos para regocijo de organizadores y backstage en general. Los “colgaos” que tenía detrás disfrutaron a sus anchas chasqueando sus dedos, dando golpes con sus palmas y aportando su particular visión de la percusión y el ritmo a contra tiempo contra vallas metálicas y hormigones varios. (Me dieron ganas de decirles que viendo su capacidad de seguir un ritmo era fácil explicarse porque ellos estaban escondidos en lo oculto de la galería alta de mendi y no en el escenario).
Pero bueno, en cualquier caso, una buena voz arropada por una muy buena banda, dentro de la que todos estaban muy en su papel y a los que una generosa Cassandra dejó lucirse sin envidias. Un repertorio curioso, en el que alternaban toques étnicos, blues del más puro eco afroamericano, e incluso un par de evocaciones de bossa nova o de standards del jazz. Fue, como en las buenas faenas, intenso y no muy extenso. Concentrado que no denso.
Se acabó el concierto y para mi se acabó el festival por este año. Me fui con el amigo Manrique, de Astudillo como el 99% de los palentinos que conozco, y no pude despedirme de mis amigos y compañeros. Es igual, ellos saben que volveremos a vernos, y que de cuando en vez, oyendo un disco o una emisora de radio, o hasta leyendo algunos libros… todos nos evocaremos.
Cuanto más lo ‘hojeo’ más me gusta éste blog. Enhorabuena. Reúne historia, política y … jazz! entre otras cosas. Para los amantes del jazz que se reúnan por aquí, recomiendo la emisora KKJZ de Long Beach. Lo siguiente no va de jazz sino de rock ‘clásico?’: en mi blog recién resucitado iré introduciendo videos de los últimos sesenta primeros setenta, para mí la mejor época del rock. Hasta ahora, quien quiera encontrará a The Mamas & The Papas, Hendrix, Dylan, Procol Harum, y un directo que recomiendo muy especialmente desde 1971 y el primer festival benéfico de la historia del rock, con un Jumpin’ Jack Flash increíble de Leon Russell, Harrison, Clapton, Billy Presto… ya sé que no es jazz, pero es buena música. Se trata de eso, no? 🙂