la pregunta del millón

O de los cientos de millones no serí­a otra que la que cada compungido ahorrador se hace… ¿Pero dónde está mi dinero? Porque veamos, una vez más la claridad se obtiene cortando y quemando todo el ramaje que el lenguaje polí­tico finaiciero y economista en general nos impone. Vamos a dejarnos de expertos y vamos a llamar las cosas por su nombre. Por el nombre ese que se escribe en grandes letras, no muchas, y que evita los largos párraos de letras pequeñas. El lenguaje del común de los mortales.

Empezaremos recordando el chiste aquel del paisano al que le entregan la cartilla del banco una vez realizado un ingreso y exclama aquello de… ¿cómo que debe haber? ¡Tiene que estar!

Pues eso. Que uno entrega su dinero para que se lo guarden, no para que juegen con él y te lo pierdan. Te lo pierden además sin decirte nada. Vamos que es como si el dinero que los dejamos se lo llevasen por las noches a escondidas al bingo, y si sale bien la velada ellos ganan y si sale mal todos perdemos y el estado, o sea todos por segunda vez. Otra cosa es que te pregunten a ver si quieres ganar dinero con tu dinero y  que como ellos saben mucho más que tú de esas cosas pues que se lo dejes para que jueguen con él y te hagan rico. A veces, parece.

Una segunda frase chistosa pero tambí­en bien traida en esta cosa de los millones es aquella de que si debes 1000 euros al banco tienes un problema con él y recibes trato acorde a tu negativa condición, mientras que si le debes 1000 millones es el banco el que tiene un problema contigo y te trata como a un marques.

Pues es lo otro que llama la atención en todo esto. Esos mismos que declararon no hace mucho haber ganado mas de 5000 millones de euros en los tres primeros meses del año, a base de no perdonar un clavel a los que eramos un problema para ellos, dicen ahora que ellos son ahora el gran problema y que tenemos que ser cuidadosos con ellos y poner diniero encima de la mesa para que puedan garantizar que lo que debe haber tiene que estar.

Vamos que lo que se merecen es que les sometamos a parecidas pruebas y avales antes de dejarles nuestro dinero que las que ellos se toman antes de prestarnos un duro a nosotros.

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