Nos reimos desde nuestras privilegiadas atalayas del futuro ya llegado de aquellos ingénuos del pasado y de la forma en que la realidad les despojaba de sus sueños tecnológicos. Nos parecen unos irresponsables por afirmar la imposibilidad de que el Titanic se hundiese y presumimos de aprender de los errores y mejorar nuestra capacidad de previsión, nuestra tecnología y la solidez de nuestro mundo construido.
Sin embargo, la fatalidad, bien sea como ente pensante, bien como simple concurrencia de circunstancias y errores, bien como manera de encubrir nuestros errores o incapacidades, aparece de cuando en vez y nos demuestra que, en términos reales, seguimos rodeados de múltiples “Titanics”.
Esta semana se nos han hundido un par de ellos en nuestras carreteras. Uno dejando tras de sí un reguero de adoquines. Otro dejando un muerto y varios heridos. Ambos causando un caos circulatorio de enormes proporciones. Lo hablaba ayer con un trasportista (un camiopnero que decíamos antes). Y me reconocía que andan por las carreteras camiones muy grandes, muy potentes, muy pesados, muy fáciles de conducir, que hacen sus horas por las autovías sin apenas esfuerzo ni necesidad de uan especial concentración, conducidos por gentes más o menos jóvenes, que atraviesan sin parar europa de punta a punta. Camiones que, como titanics de tierra parecen máquinas perfectas… pero que desplazan 30 o 40 toneladas sin pestañear, sobrados de potencia aunque con velocidad limitada. Y de pronto pasa lo que pasa. Un iceberg traicionero en forma de reventón despiste o cualquier otra circunstancia y catacrash. El titanic se hunde y con el se hunde el titanic de nuestro sistema de carreteras, convertido en una sucesión de ratoneras que atrapan a cuantos viajan por delante o por detrás sin que sea fácil buscar vías alternativas ni nada por el estilo.
En fin. Que por encima de un accidente laboral a veces uno piensa que lo que hay es un accidente conceptual, que al final vamos llegando a donde nos estamos empeñando en llegar aunque digamos que vamos hacia otro lado…
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