A vueltas que andamos con los elementos o rasgos definitorios de la izquierda, que si la rebeldía, que si la revolución eco ambiental, que si la justicia social, que si yo que sé y resulta, que incluso con una visión histórica, si algo caracteriza a las izquierdas es precisamente la desunión.
La asamblea de izquierda unida de este fin de semana así lo ha puesto de manifiesto. como titula Manolo Saco en su blog, IU se está resfriando con tanta corriente. Pero es que este corrientismo, estos eternos debates, esta incompatibilidad de caracteres, esta búsqueda cuasi alquimista de lo esencial, de lo clave, que por otra parte descalifica siempre a las demás y las hace incompatibles, esta tendencia cainita, esta tentación monoteista en la interpretación de las sagradas escrituras de la izquierda es, por desgracia, consustancial a ella misma.
Tardó años en convertir la cuarta internacional en un recuerdo, pero lo consiguió. Fue capaz de ir autodinamitando la red de partidos comunistas europeos y proseguir su labor de zapa en cuantas aventuras más o menos multiformes acudieron a achicar espacios políticos y sociales.
Aquí en el país tampoco andamos cojos. Muchos habitantes de ese espacio sociológico que muchos afirman que existe, y que se califica como republicano, progresista y de izquierdas asiste perplejo a la incapacidad de ponerse de acuerdo no ya entre diversas formaciones, sino a menudo hasta incluso dentro de cada una de ellas para ofertarnos una opción vertebrada y con cierta garantía de éxito. Se nos acercan elecciones y ahí los tenemos a todos. Reclamando esencias y mostrando una vez más su incapacidad para, renunciando a nombres y a paternidades y a herencias y a que se yo, reunirse en una opción de progreso cívico y social.
Pero que le vamos a hacer. Tendrá que ser así para que algunos puedan seguir frotándose las manos…
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