Publicado en Diario de Noticias de ílava el 18 de noviembre de 2008
A veces me preguntan el por qué de lo de octava columna. Es un guiño al sitio desde donde escribo, esa octava cuadrilla que ni es cuadrilla ni octava salvo por última. Lo es también al quintacolumnismo. Los que peleamos día a día porque este lo que sea mantenga sus vínculos con lo que le rodea, o sea ílava, somos, para algunos de quienes viven aquí y mantienen que esto es Burgos y para la mayoría de los que viven en Burgos y afirman que somos suyos, poco más que unos infiltrados saboteadores de esencias castellanas al servicio del enemigo vasco y alavés, sobre todo vasco. Para nuestros deshermandados vecinos alaveses acaba uno con la impresión de que no somos ni eso. Nada, sólo un vacío.
Será por eso que alguien decidió que el pendón que mejor nos representa es ninguno. Y ahí nos han dejado colgados en rebeldía de un mástil vacío junto al palacio de la provincia a la que no pertenecemos. Pero la cosa no queda ahí. Ese vacío lo han integrado en su nueva identidad corporativa y de paso se han cepillado lo que quedaba del escudo. Será que ya no hay malhechores, porque la justicia hay quien la da ya por finiquitada. Será que lo de la espada sobra en tiempos de paz anhelada. O puede que sea que lo del castillo y el león pudiese verse como una alusión, en todo caso prescindible, a Castilla León, nuestro vecino interior.
Dicho y hecho. El gobierno nacionalista (sic) y hasta abertzale (sik) de la Dipu se ha metido en un jardín, y este no es japonés sino simbólico, y nos ha dejado en blanco. Digo yo que será para evitar incordios de esos de los que se ocupa la justicia en vez de perseguir malhechores. Ni el propio Rubik lo hubiese hecho mejor. Un vacío sin profundidad ni perspectiva. Por no ser no somos ni agujero por donde puedan circular esos aires frescos tan nombrados.
En fin, que mientras preparo un sellito de caucho para rellenar el hueco y reconocer mi territorio tal como es, alguien debería ir pensando en que una de dos: o somos coherentes y nos ponemos a hacer un agujero en todos los pendones y banderas de la dipu al tiempo que sustituimos las marcas de agua por una perforación en los impresos y publicaciones de la entidad; o quitamos el mástil, volvemos a traer a la plaza el cubo de Oteiza, inmejorable como símbolo del vacío además de ser un cubito a gran escala, le nombramos patrón y emblema del enclave y dejamos a leones, castillos, brazos, espadas, justicias y malhechores en su sitio. Y los cubitos para el vermouth, que andar no siempre es avanzar”¦
[…] El cubito, columna semanal de Javier Vegas en Diario de Noticias versión impresa […]