Me hace gracia esta curiosa solidaridad que invade a gobernantes, políticos y a multitud de opinantes cuando sus compatriotas ricos se ven en apuros. Como si olvidasen de repente que el color del dinero está en todas las banderas y en ninguna a la vez, se ponen detrás de la pancarta y gritan todos a una que no permitirán que los extranjeros se hagan con el control, esto es entre otras cosas con los dividendos, de las grandes empresas que en la patria son.
Porque supongo yo que los españoles se quedarán mucho más tranquilos sabiendo que son algunos de sus compatriotas, y no un ruso cualquiera, los que ahora que todos las pasamos canutas disfrutan de sus miles de millones de euros de beneficios. Vamos, es un poco lo que me pasa a mi como vasco, cuando conozco los beneficios de iberdrola, del bbva o de las cajas vascas, que me siento mucho más tranquilo y agradecido cuando se que son mis compatriotas los que primero se forran con mis desgracias.
Por mucho que me cuenten de los impuestos y que se yo que cosas más, tengo la impresión y más aún en tiempos como los actuales, de que el problema no está en quién ni en de donde viene, sino en por qué se lo lleva todo para él. Esta crisis está destapando a pasos agigantados la enorme distancia que separa la economía real, la que comparten los que no son reyes, nobles ni hacendados, y la economía virtual, los mundos de yupi en los que viven los bonvivants.
A mi personalmente me preocupa poco si repsol es de aquí o de allá. Lo que me preocuap más intensamente es lo que es repsol y lo que representa.
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