Hablaba Eco hace ya años de apocalípticos e integrados. Los primeros llevan tiempo avisando de los riesgos de la tecnologización de la sociedad, y especialmente de todo lo ligado con la información. Con su obtención, con su acumulación, y con su uso para fines perversos. Denuncian la pérdida de intimidad, la invasión de lo propio y en definitiva la sensación de vivir permanentemente vigilados. Responden empresas e instituciones que todos esos avances redundan en beneficio de la sociedad, bien sea porque garantizan su seguridad, bien porque agilizan sus trámites y aumenta la eficacia y eficiencia de los servicios a que tiene acceso.
Parece a veces que los hechos les dan la razón. Cada vez son más frecuentes las videocámaras. Ahora es posible saber si un condenado a no acercarse a algún sitio se acerca o no. Hasta es posible saber si tu coche se cuela en la zona peatonal sin el legítimo afán de la carga y la descarga, que es la última que anuncia nuestro consistorio vitoriano.
Digo parece, porque desgraciadamente para los que sueñan con su gran hermano, este dios de la omniscencia tiene, de momento, los pies de barro. Me refiero a que detrás de tanta tecnología sigue habiendo un pequeño hermano. El hermanito. Y este pequeño e insignificante ser es capaz de hacer que todo lo anterior no sirva para nada. Lo mismo es capaz de estar mirando a otro lado cuando revientan las lunas de las rampas, que pensar que está viendo impacto TV cuando lanzan botes de pintura a la fachada de la dipu o mirar curioso como el GPS avisa de que alguien ha entrado en zona prohibida. Así que lo de las fotos me parece bien, pero igual era mejor colgarlas en youtube y así por lo menos vamos potenciando la nueva imagen de la capital…
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