Publicado en Diario de Noticias de ílava el 9 de diciembre de 2008
Esto de elegir un tema cada semana tiene su aquel. Unas semanas la dificultad viene por ausencia. Hojea uno la prensa y nada llama la atención. Es hora de inventar. Otras en cambio ocurre lo contrario. Tantas y tantas cosas se agolpan en la cabeza que uno sólo puede llorar al descartarlas o hacer un popurrí. Hay por fin semanas como ésta, en las que el tema se convierte en inevitable. Por más que uno busque alternativas se clava en las neuronas y ni siquiera un republicano con conocimientos de historia es capaz de desclavarlo.
Y es que por fin tenemos marca, y hasta eslogan. El simbolito en sí no está mal. Juntamos una V y una G, les quitamos un trozo, y ale hop: ya tenemos la crisis mundial dibujada. Batacazo, ligera recuperación, vuelta a la cota cero, y de nuevo recuperación con vuelta atrás en el tiempo. El interior de la G, o de lo que queda de ella, es todo un símbolo polisémico. Es el tráfico en Vitoria ““ Gasteiz. Entrar entras, pero salir ya es otra cosa. Es también una clara alusión al plan de movilidad y los parkings subterráneos, y es además un reflejo del carácter prudente y ahorrador del vitoriano.
Y es que la marca completa con su “Vitoria – Gasteiz” puesto así, clarito, por si alguno pensaba que la V y la G correspondían a Valencia ““ Gandía, Valladolid ““ Gallegos de Hornija, o Venecia ““ Gondoleros, evidencia el carácter hucha de la marca, con esa “o” mutada en monedilla dispuesta a caer por la ranura, como antaño hacían nuestros ahorros en su caja.
La cosa se completa con el eslogan. Capital de vida. Y aquí ya lo siento pero no me parece afortunado, y valga la expresión en este contexto de cajas y monedas. Con la que está cayendo en el sistema financiero, y la crisis de prestigio de los otrora santos banqueros, esto de hablar de capital trae malas vibraciones. Además, y tal como lo veo y lo leo, el eslogan denota tres cosas. Una, la obligación de hablar de la capitalidad; dos la inevitable tentación de jugar con dos de los sentidos del término de marras y tres la costumbre de hacerlo primero en castellano y luego buscar una traducción al euskera que, como en este caso, o el mismo de la Vital, o no tiene mucho que ver o se deja sentidos por el camino.
Con estos mimbres es inevitable que, al final quede algo más parecido al eslogan de una aseguradora, una mutua o hasta una inmobiliaria que el de una ciudad. Pero que le vamos a hacer, es el capital que tenemos y me temo que por lo menos para esta legislatura será, como decía, inevitable.
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